Dejen tranquilo al charlatán. Ya sabrá su víctima qué hace

El charlatán puede actuar en la medida que la ignorancia de su víctima se lo permita. Al haber engaño, la víctima no está consciente de la inefectividad de lo ofrecido. Ante esta asimetría de la información, cabe cuestionar si la presunta víctima habría consumido de todos modos el producto/servicio del charlatán, de haber contado previamente con el conocimiento que la ciencia ofrece acerca del producto/servicio consumido. ¿A qué precio? La ignorancia puede resultar fatal (o, al menos, muy cara) y hay un medible daño social como consecuencia de estos engaños. Además, aún cuando la víctima se dé cuenta del engaño, no siempre tiene la posibilidad de exigir justicia. El conocimiento científico es parte de nuestro capital cultural y toda persona tiene derecho a acceder a los insumos culturales de nuestra civilización.