La radiestesia y el doble ciego no son amigos

por | 23 agosto, 2011
Toyah Wilcox usando rabdomancia.

DailyMail.com.uk

La radiestesia o rabdomancia es una vieja técnica que “permite” a sus practicantes (denominados “zahories”, radiestesistas o rabdomantes) descubrir cosas ocultas a través de la percepción de estímulos de todo tipo, con la ayuda de artefactos sencillos que se encuentran suspendidos de forma inestable. Los instrumentos pueden ser varillas en L, horquillas, péndulos, varillas, etc. En cada caso, sus practicantes dicen percibir la presencia (o ausencia) de un determinado material, y esta percepción es de alguna forma “amplificada” por el instrumento, el cual confirma la percepción cambiando su tipo de movimiento o reaccionando de forma diferente de acuerdo a la presencia (o ausencia) del objeto buscado.

Un uso habitual de la radiestesia es la búsqueda y detección de aguas subterráneas, pozos y similares, vetas de mineral y metales, etc.

Pero sus “facultades” van más allá de la simple detección de sustancias. Según la página oficial de la “Sociedad de Radiestesia de Chile A. G.”, sus practicantes oficiales dicen ser capaces además de utilizar esta técnica para lograr cosas como: “determinar el hábitat óptimo”, ubicación óptima de “lugares de trabajo, de estudio, de panales de abeja, caseta de perros, caballerizas e invernaderos”, “Diagnóstico y detección de pautas mentales, emocionales o energías negativas que puedan estar causando problemas de salud, afectivas […]”…



Sin embargo, a estas alturas, uno honestamente puede preguntarse ¿La radiestesia de verdad funciona?

Sus practicantes sin duda así lo aseguran, y probablemente pueden realizar demostraciones donde los instrumentos radiestésicos reaccionan positivamente a la presencia de ciertos materiales, o pueden citar innumerables casos de éxito… obviando los casos de falla.

Sin embargo, una explicación simple para el fenómeno es que los instrumentos no reaccionan a nada en particular ni perciben o amplifican nada, sino que cambian su comportamiento debido al efecto “ideomotor”: es el propio zahorista quien a través de movimientos insconcientes e imperceptibles de la mano puede afectar al instrumento, el cual sólo manifiesta las percepciones o pensamientos subconcientes del zahorista. Dicho de otro modo: si el zahorista por cualquier motivo piensa que encontró algo, sus manos inconcientemente van a transmitir un movimiento “especial” al instrumento que confirma su “percepción”, independientemente si la percepción es real o no.

¿Pero quién tiene razón? Al fin y al cabo vemos que los radiestesistas positivamente muestran que sus instrumentos reaccionan cuando están ante la presencia del material que buscan, algo que ellos suelen mostrar una y otra vez como prueba de que la radiestesia sí “funciona”.

Acá entra en juego un tipo de prueba básica en ciencias: las pruebas ciegas.

Una prueba es ciega cuando la persona sometida a prueba (sujeto de prueba) no puede saber si está sometida o no al estímulo a probar en un momento determinado. La prueba puede ser incluso con “doble ciego”, cuando tanto el sujeto de prueba como el experimentador no saben si la persona a prueba está o no sometida al estímulo mientras se realizan las pruebas, cosa que sólo se devela al revisar los resultados a posteriori. De esta manera, es posible probar si los efectos observados en el sujeto de prueba son realmente producidos por el estimulo a probar (medicamento, radiación, percepción, energía, o lo que sea), al mismo tiempo descartando cualquier manipulación intencional o inconsciente del experimentador y/o del sujeto de prueba.

En el caso de la radiestesia, es claro que si el radiestesista es plenamente consciente de la presencia (o ausencia) del objeto o material que busca, sus instrumentos de radiestesia reaccionan positiva o negativamente con precisión. Pero si el radiestesista debe detectar el material buscando en varios lugares predefinidos, donde puede o no estar el material a buscar sin que el radiestesista sepa de antemano en cual lugar está el material (prueba ciega), los resultados esperables son dos:

1) Si la radiestesia y la percepción radiestésica es un fenómeno real, el radiestesista debiera ser capaz de acertar en la gran mayoría de los casos, lejos mejor que adivinar al azar o bien

2) Si la radiestesia no funciona y no es un fenómeno real, el radiestesista sólo será capaz de acertar en la prueba controlada una cantidad de veces no mejor que el equivalente de adivinar al azar.

Lo interesante es que este tipo de pruebas se han hecho, y el resultado de pruebas controladas y ciegas hasta hoy es siempre el mismo: la radiestesia no es mejor que adivinar al azar. Por ejemplo el estudio «Water Dowsing: the Scheunen Experiment» de J. T. Enright, y se puede ver una explicación detallada en el artículo «Testing Dowsing: The Failure of the Munich Experiments» de Enright, publicado en el sitio de CSICOP.

Podemos observar dos ejemplos de estas pruebas en estos videos:

En el primer video, James Randi pide a un radiestesista inglés que detecte un trozo de metal que se encuentra cubierto por una caja, de manera que el radiestesista no sabe cual caja es. Requiere varios intentos…

En el segundo video, Richard Dawkins muestran en el documental “The Enemies of Reason” cuál es el resultado y cómo reaccionan los radiestesistas al someterse a una prueba controlada con doble ciego.


Conclusión

La radiestesia es una técnica antiquísima de adivinación, que es practicada hasta hoy. Sin embargo al someterla a pruebas con criterios científicos, en pruebas controladas y ciegas, sus cultores no logran producir los resultados esperables si esta técnica fuera real.

Pero como todo en ciencias, esta conclusión podría estar equivocada, y la radiestesia podría ser una técnica que sí funciona. Para ello se requiere evidencia, y que algún radiestesista pueda demostrar en pruebas controladas y ciegas que sus capacidades de detección realmente funcionan. ¿Habrá algún zahorista dispuesto a demostrarlo con éxito en una prueba ciega y controlada?

Lo interesante sería encontrar un efecto radiestésico que no fuera un fenómeno ya conocido o explicable por fenómenos naturales, por ejemplo no tiene gracias detectar un imán con una barra de hierro. Pero son los radiestesistas los que tienen la carga de prueba en sus manos.

Fuentes