Hace un tiempo atrás, la Editorial Laetoli, de forma muy gentil, le donó cuatro libros de la serie “¡Vaya Timo!” a la AECH para que los pudiéramos leer, disfrutar y luego, comentarlos. El libro que me tocó a mí fue un título sumamente interesante llamado “El Yeti y otros bichos, ¡vaya timo!”
El título lo dice todo para que cualquiera que lo compre, sepa sin sombra de dudas lo que encontrará. Claramente, el libro se dedica a criticar la práctica de la criptozoología, tildándola, sin pelos en la lengua, de un timo. Y te darás cuenta que así es, sobre todo después de leer y revisar toda la investigación realizada por el profesor Carlos Chordá.
Para aquellos que no sepan de qué estamos hablando, aquí les entrego la definición de criptozoología, según Wikipedia:
«Literalmente: «El estudio de los animales ocultos’ – es la disciplina que realiza el estudio y búsqueda de hipotéticos animales actuales denominados «críptidos»; que según sus partidarios, postulan que estarían quedando fuera de los catálogos de zoología contemporánea. Su objetivo es la búsqueda de supuestos animales considerados extintos o desconocidos para la ciencia, pero presentes en la mitología y el folclore. La criptozoología ha recibido muy poca atención por la comunidad científica y los escépticos, quienes la consideran como una pseudociencia.”
Y Carlos Chordá es claramente un escéptico de tomo y lomo, quien prácticamente desprecia a la disciplina, la que considera como una pseudociencia sin pies ni cabeza y da muy buenos argumentos para mantener tal posición.
Desmiticando bichos raros
El Yeti, el montruo del Lago Ness, el Chupacabras y muchísimos otros bichos raros son expuestos en toda su falta de fundamento en este libro que resulta sumamente entretenido en casi toda su extensión – con excepción de un par de pasajes, en los cuales encontré que se pone muy técnico Chordá. Es una cuestión de gustos, claro, pero en algunos trechos muy cortos, me aburrí un poco. Pero nada que arruine la experiencia como un todo.
Como escéptico en general y ávido telespectador de los canales Discovery Channel, NatGeo e incluso Infinito durante gran parte de mi vida, creí que lo había visto todo en cuanto a “bichos raros”, pero con el libro de Chordá me di cuenta de mi ignorancia.
No presenta muchos bichos raros que yo no conocía, sino que entrega detalles sórdidos de investigaciones de los criptozoólogos, que los hacen dignos de cero confianza. No voy a arruinar demasiadas sopresas para que los que quieran leer el libro puedan disfrutarlo sin “spoilers”, pero puedo decir que, al leer este libro, tengo un entendimiento bastante más claro de toda la historia y desarrollo de estos “animales”, que han cambiado sustancialmente desde sus primeros avistamientos, como es el caso de, por ejemplo, el Chupacabras.
Rayando en lo absurdo
Muchos criptozoólogos preguntan: “si cientos de personas han visto un animal, ¿quiere decir que todas están inventando algo, han visto algo mal, han interpretado algo mal o simplemente están mintiendo?”
Para Chordá, la respuesta es simple y dura: “¡SÍ!”
Una de las mejores cualidades del libro, bajo mi perspectiva, es lo que chistoso que resulta. No a propósito, hay que esclarecerlo. El autor no se toma la publicación a tono de broma en ningún momento, pero cuando uno rebate teorías sin pies ni cabeza con un pensamiento 100% racional, el resultado es generalmente muy gracioso.
Leí casi todo el libro mientras viajaba en bus a La Serena (es un libro cortito) y, en algunos momentos, sentí que mis “vecinos de viaje” me observaban, ya que me reía solo, casi a carcajadas, en el cortante silencio que prevalecía. Una vez más, no es un libro intencionalmente gracioso. Lo lindo de todo es el humor natural que emerge entre sus líneas.
Abordaje del tema
El tono de Chordá ayuda a acentuar la gracia del libro, ya que es muy duro en contra de los criptozóologos. Durante todo el libro, el autor parece hablarle a un criptozóologo en específico, pero en realidad le habla a todos. Le habla en singular a toda aquella persona que difunde y incentiva el pensamiento mágico e irracional; a todo aquél que quiere creer en algo y, en vez de investigar y determinar si los rumores tienen validez, ya lo cree a priori y busca la forma de comprobar su conclusión ya determinada. Así trata a todos los criptozóologos.
A pesar de que encuentro que tiene razón de estar enojado con la irracionalidad, creo que a ratos es un poco cansador el tono de Chordá. Es un poco agresivo en algunos pasajes y todo aquél que lea su libro para informarse y entretenerse un rato, puede tomarlo con cierto rechazo.
No me entiendan mal. Es un muy buen libro en general y lo dicho solo se siente en algunos pasajes en específico. Pero si yo lo sentí (y, desde un principio, he estado de acuerdo con él), me imagino que un lector un poco más crédulo respecto a estos animales puede sentirlo aun más. Es una cuestión de enfoque, ya que yo prefiero ser más sutil y menos confrontacional, pero cada uno “lucha” en contra de la irracionalidad a su manera.
Afortunadamente la negatividad no se apodera de la publicación que, para contrastar, el tono con el cual habla de la ciencia es sumamente positivo. Siempre que habla de la práctica científica seria y bien aplicada, pareciera que le “brillaran los ojos” y logró hasta emocionarme con algunos pasajes bastante poéticos.
La investigación de Chordá está muy bien realizada y, a pesar de los pequeños reveces que le encontré al libro, no puedo decir que sea un libro que no recomendaría. A mi modo de ver, debería estar en la lista de lectura de cualquier escéptico y, sobre todo, en la lista de todo aquél que crea que el Pie Grande o el Chupacabras podrían existir.