La comunicación con los muertos a través de médiums es una idea que ha existido probablemente desde los principios de la humanidad, desde que comenzamos a ser conscientes de nuestra finitud, de nuestra muerte y de la muerte de nuestros seres queridos. Qué podríamos desear más que, una vez muerto un ser querido, parte de éste se mantenga vivo como un espíritu o un alma capaz de permanecer de alguna manera en nuestra realidad. Si esa parte de nuestro ser querido aún existe… entonces, quizás, podríamos comunicarnos con él, saber que está bien y sentir que aún podemos tener su compañía.
Lamentablemente, esta concepción platónica del ser humano, de que existe un alma independiente de un cuerpo (o cerebro) en cada uno de nosotros, jamás ha podido ser demostrada con evidencia empírica. Mucho menos, entonces, podríamos pensar en comunicarnos con esa alma que no sabemos que existe o que pueda existir independiente del cuerpo o de nuestro cerebro. Y, sin embargo, hay personas que aseguran no sólo que existen almas “vivas” de personas muertas en algún lugar, sino que, además, aseguran poder comunicarse con ellos desde la “dimensión” donde se encuentren. Quienes aseguran tener esta facultad de comunicación suelen, además, ofrecer estos servicios a personas que están sufriendo por la muerte de un cercano y, muchas veces, por una cantidad no necesariamente módica de dinero.
¿Debemos creer que los médiums sí pueden comunicarse con los espíritus de los fallecidos? ¿Qué evidencias deberían aportar tales exponentes para que esa afirmación tuviera un grado importante de certeza? Esa es una pregunta que toda persona que aprecie la verdad y su búsqueda debe hacerse, antes de creer ciegamente a alguien que, convencido o no de su propia capacidad, puede ser nada más que un charlatán: alguien que habla mucho, pero sin sustancia.
La Asociación Escéptica de Chile, representada por dos de sus miembros, Bernardo Domingues y Roberto Muñoz, fue entrevistada por el programa SQP de Chilevisión, para entregar una visión alternativa y crítica de este tema, advirtiendo del engaño y de las posibles nefastas consecuencias de la creencia en estos llamados médiums.
¿Quiere esto decir que la televisión abierta se ha vuelto súbitamente crítica de las afirmaciones sin sustancia? Tanto optimismo sería exagerado. El tono de las preguntas y la edición de las respuestas escépticas están claramente destinadas a poner piedras en el camino de canales de la competencia que explotan estos temas “misteriosos” con el sólo propósito de rapiñar unos puntos de rating televisivo. La aparición de la AECH en los medios no significa necesariamente un cambio en la responsabilidad que ellos tienen con la verdad por sobre la sintonía, pero al menos da la oportunidad de hacer llegar un mensaje crítico al público de los programas matinales, probablemente el grupo intelectualmente más vulnerado de Chile a juzgar por el tipo de contenidos que ofrecen estos matinales.
A continuación, el vídeo del programa: