Navegando por la blogósfera escéptica y atea, llegué a un artículo del archiconocido etólogo y teórico evolutivo Richard Dawkins. Para quienes estamos interesados en su trabajo, científico y de divulgación del ateísmo y del pensamiento crítico, sólo hace falta ver su nombre para quedarnos pegados. En este artículo, publicado en el ya lejano 2006 en la web The Richard Dawkins Foundation, hace alusión a una droga de la cual jamás había escuchado, el “Gerin Oil.” Les presento el documento completo traducido por el blog Ahuramazdah. Los comentarios los dejo para el final.
El Gerin Oil (o Geriniol para llamarle por su nombre científico) es una poderosa droga que actúa directamente sobre el sistema nervioso central para producir una serie de síntomas, a menudo de naturaleza antisocial o auto-destructivas. Puede modificar permanentemente el cerebro de un niño para producir trastornos en su etapa adulta, incluyendo peligrosas ilusiones que son difíciles de tratar. Los cuatro aviones del 11 de septiembre de 2001 fueron viajes de Geriniol: la totalidad de los diecinueve secuestradores traían altas dosis de esa droga en ese momento. Históricamente, el Geriniolismo fue responsable de atrocidades como la caza de brujas de Salem y las masacres de los nativos de América por los conquistadores. El Geriniol alimentó la mayoría de las guerras de la Edad Media en Europa y, en tiempos más recientes, la carnicería que asistió a la partición del subcontinente Indio y de Irlanda.
La intoxicación por Geriniol puede llevar a individuos anteriormente sanos a huir de una vida normalmente plena para retraerse en comunidades cerradas de adictos confirmados. Estas comunidades están por lo general limitadas a un solo sexo, y vigorosamente prohíben la actividad sexual, a menudo en forma obsesiva. En efecto, una tendencia hacia una angustiosa prohibición sexual emerge como tema recurrente y monótono entre todas las numerosas variedades de la sintomatología de Geriniol. El Geriniol no parece reducir la líbido por sí mismo, sino que con frecuencia lleva a una preocupación por reducir el placer sexual de los demás. Un ejemplo actual es el prurito con el que los muchos «Geriadictos» habituales condenan la homosexualidad. Al igual que con otras drogas, el refinado de Geriniol en dosis bajas es inofensivo en gran medida, y puede servir como lubricante social en ocasiones como matrimonios, funerales y ceremonias de Estado. Los expertos discrepan sobre si tales dosis sociales, aunque inofensivas por sí mismas, son un factor de riesgo para el escalamiento hacia formas más duras y adictivas de la droga. Las dosis medianas de Geriniol, aunque no son peligrosas por sí mismas, pueden distorsionar la percepción de la realidad. Las creencias que no tienen ninguna base en la realidad están inmunizadas, por efecto directo del fármaco sobre el sistema nervioso, contra la evidencia del mundo real. Se puede escuchar hablando a los Geriadictos con el aire o murmurando para sí mismos, aparentemente con la creencia de que los deseos privados que se expresen de esa forma se harán realidad, incluso a costa del bienestar de otras personas y de la violación de las leyes de la física. Este trastorno autolocutorio se acompaña a menudo de tics extraños y gestos con las manos, estereotipias maníacas como rítmicos movimientos de cabeza dirigidos hacia una pared, y hasta el Síndrome Obsesivo Compulsivo de Orientación (SOCO: mirando hacia el este cinco veces al día). El Geriniol en fuertes dosis es alucinógeno. Los drogadictos más extremos pueden escuchar voces en su cabeza, o experimentar ilusiones visuales que a quienes las padecen les parecen tan reales que a menudo consiguen convencer a otros de que eso es la realidad. Un individuo que de manera convincente informa de sus alucinaciones de alta calidad puede ser venerado, e incluso seguido como una especie de líder, por otros que se consideran menos afortunados. Tal patología-de-seguidor puede continuar por largo tiempo después de la muerte del líder original, y puede expandirse hacia extrañas psicodelias tales como la fantasía caníbal de «beber la sangre y comer la carne» del líder. El abuso crónico del Geriniol puede llevar a «malos viajes», en los que el adicto sufre alucinaciones terroríficas, incluyendo el temor de ser torturado, no en el mundo real, sino en un mundo de fantasía post-mortem. Los malos viajes de este tipo están ligados a una morbosa tradición-de-penitencia que es tan característica de esta droga como el miedo obsesivo a la sexualidad, que ya se ha señalado. La Cultura del Castigo promovida por el Geriniol oscila entre ‘bofetadas’ y «latigazos», pasando por el «apedreado» (especialmente para adúlteras y víctimas de violación), y la «demanifestation» (amputación de una mano), hasta la fantasía siniestra de la «crucifixión», la ejecución de un individuo por los pecados de los demás. Se podría pensar que una droga tan potencialmente peligrosa y adictiva encabezaría la lista de estupefacientes prohibidos, con sentencias ejemplares para los que la distrubuyen. Pero no es así: se puede conseguir fácilmente en cualquier parte del mundo y ni siquiera se necesita una receta médica. Los traficantes profesionales son numerosos, y están organizados en cárteles jerárquicos, comercian abiertamente en las esquinas de las calles y en edificios construidos a propósito. Algunos de estos cárteles son expertos en desplumar a los pobres desesperados para alimentar su hábito. Los «Padrinos» ocupan posiciones influyentes en las altas esferas, y tienen la atención de la Realeza, de los presidentes y de los primeros ministros. Los gobiernos no sólo se conforman con hacerse de la vista gorda con el comercio, sino que le otorgan la condición de exención de impuestos. Peor aún, subvencionan a escuelas fundadas con la intención específica de enganchar a los niños. Lo que me impulsó a escribir este artículo fue la cara sonriente de un hombre feliz en Bali. Estaba acogiendo extáticamente su condena a muerte por el asesinato brutal de un gran número de turistas inocentes a los que nunca había conocido y por quienes no guardaba rencor personal. Algunas personas en el tribunal quedaron impresionadas por su falta de remordimiento. Lejos del remordimiento, su respuesta era de obvia alegría. Marcó el aire, loco de alegría porque se iba a convertir en ‘mártir’, para usar la jerga de su grupo de abusadores. No nos equivoquemos al respecto, esa sonrisa beatífica, mirando hacia adelante con puro placer al pelotón de fusilamiento, es la sonrisa de un adicto terminal. Aquí tenemos a la arquetípica corriente principal, dopado con Geriniol puro, sin refinar, sin adulterar, de alto octanaje. Sea cual sea el punto de vista sobre las teorías de venganza y la disuasión de la pena capital, debe ser obvio que este caso es especial. El martirio es una extraña venganza contra aquellos que lo anhelan, y, lejos de disuadir, siempre recluta más mártires de los que mata. El punto importante es que el problema no se plantearía en primer lugar si los niños estuviesen protegidos de quedar atrapados en una droga con tal mal pronóstico para las mentes de los adultos. |
Por si no se dieron cuenta, la palabra Geriniol es un anagrama (palabra o frase resultante de la trasposición de las letras de otra palabra o frase) para el vocablo “religión.” Richard Dawkins compara los efectos de una droga con los que tiene la religión sobre las personas. Metáforas más, analogías menos, es singular que la comparación resulte tan exacta. Paso a analizar los efectos de la droga y la religión.
– Alucinaciones: ver, escuchar o sentir seres imaginarios. No hace falta analizar mucho esta comparación. En ambos estados, los individuos dicen ver o escuchar cosas. La diferencia es que el sujeto religioso dice comunicarse con dios o Jesús, lo que es socialmente más aceptable que decir que te comunicas con gnomos. Dawkins menciona que el Geriniol puede distorsionar la percepción de la realidad.
– Convulsiones: movimientos incontrolables. En muchas congregaciones cristianas luteranas es común ver individuos en estados de trance que producen ataques de convulsiones incontrolables. Desde movimientos simples pero repetitivos, pasando por bailes o giros descontrolados, hasta convulsiones agresivas en las cuales la persona termina tirada en el suelo.
– Agresividad: muchas drogas producen estados de conducta agresivos. El Geriniol no escapa a esta característica. Personas que en su cotidianeidad son amables, gentiles y pacificas, pueden pasar rápidamente a un estado de descontrol agresivo si se les increpa por sus creencias.
– Disonancia cognitiva (aplicable a drogas legales e ilegales): mantener en nuestro sistema de ideas dos pensamientos que están en conflicto. En el caso de las drogas legales, el consumidor sabe que el uso o abuso de ellas le causa daño pero insiste en consumirlas adecuando respuestas para justificar su consumo. La religión presenta casos de disonancia cognitiva más complejos aun. Quien es adicto a ella suele proclamarse defensor del amor y la paz aun cuando en sus libros sagrados se expresen ideas de odio y violencia. Hoy pocos adherirían a la esclavitud, pero en pasajes de
la biblia cristiana se aconseja como tratar a los esclavos. No se acusa ni enjuicia su existencia.
Ni el artículo de Dawkins ni mi análisis tienen por objetivo sacar de la religión a nadie. Tal vez al consumidor ocasional, o suave, se le podría alejar del consumo del Geriniol con argumentos suficientemente persuasivos. Argumentos como: la ciencia, el pensamiento crítico y racional, el escepticismo y el humanismo. Pero siempre de la mano de un profundo compromiso del individuo. El panorama no es tan halagüeño para el adicto. No existe argumento ni tratamiento conocido para curar su adicción. El individuo se siente cómodo y reconfortado por una comunidad tan adicta como él. Y aquel adicto que logra superar su enfermedad, tienda a entrar en un estado depresivo, algo como un síndrome de abstinencia, pero provocado por el aislamiento al que se ve enfrentado, no por dejar su adicción. Su antigua comunidad le dará la espalda y, en el peor de los casos, incluso su familia lo hará.
Muchos de quienes conformamos la comunidad AECH, hemos estado bajo la influencia de dicha droga legal. Todos hemos recorrido diferentes caminos para alejarnos de ella. En mi caso, me siento orgullo de decir que llevo años sin recaer. Ni en los peores momentos de pesar he recurrida a esa antigua adicción, lo que me hace pensar que ya estoy curado.