¿Existen los fantasmas? Para muchos la respuesta es un rotundo sí: han visto cosas, han sentido cosas o han sabido de testimonios más o menos impresionantes que nadie puede explicar, con lo que aseguran tener una gran certeza de su existencia.
Pero, ya sea un testimonio o miles, para que tales anécdotas sean realmente convincentes se necesita evidencia, algo tangible que incluso terceros puedan validar y confirmar en forma independiente, cosa que ningún testimonio puede brindar. En este contexto, una imagen vale más que mil palabras: ¿qué mejor evidencia que una fotografía para demostrar la existencia de espíritus desencarnados o fantasmas?
Fotografías del alma
La conexión entre la fotografía y fantasmas se remonta a los principios mismos de la invención de la fotografía. En sus inicios, la captura de luz se realizaba en materiales fotosensibles: placas y, luego, películas tratadas con sales de plata plata, que se oscurecen al ser expuestas a la luz. Dicho material era ubicado en un compartimento perfectamente a oscuras, donde la luz era cuidadosamente dirigida a la emulsión. La reacción fotoquímica permitía, luego de un delicado proceso de revelado, reproducir la imagen original capturada por la cámara.
Desde el principio, los fotógrafos rápidamente se dieron cuenta de la posibilidad de exponer parcialmente la misma emulsión fotográfica en múltiples tomas, logrando superponerlas en una única base fotosensible, técnica conocida como “doble exposición”. Si era accidental, dos imágenes inconexas arruinaban la película, pues el resultado era una serie de manchas confusas. Pero también la doble exposición puede usarse de modo creativo, para crear sorprendentes y artísticas imágenes.
Si se realiza con premeditación, esta técnica permite hacer una toma, cambiar algo en la escena ─como agregar a una persona, o quitarla─ y repetir una segunda captura sobre idéntico fondo. Ahora, las imágenes “superpuestas” coincidirán a la perfección, excepto por el ítem adicional que, dependiendo de los tiempos de exposición, podría aparecer traslúcido, dando un extraño efecto “fantasmal” al resultado. Con ello, nació una nueva forma de realizar fraudes.
Así fue como, ya en 1860, el fotógrafo aficionado William Mumler revolucionó al mundo con sorprendentes fotos de “fantasmas” y creó toda una escuela de fotógrafos produciendo material de fenómenos supuestamente sobrenaturales, que requerían de verdaderos expertos para poder verificar su autenticidad y que, en prácticamente todos los casos, se demostraron fraudulentos. En la minoría restante no ha sido posible determinar si la fotografía corresponde a un truco por lo que, en el mejor de los casos, se puede decir que hay imágenes que no han podido ser explicadas. Sin embargo, eso es más que suficiente para los “verdaderos creyentes”.
Luego, con el advenimiento de los computadores, las cámaras digitales y la edición digital de imágenes, el complejo proceso de captura y revelado quedó en el pasado. Ahora, las cámaras tienen precisos sensores de luz (CCD) que capturan directamente la luz y la codifican como datos digitales. Con esto, curiosamente, ahora es cada vez más fácil tomar imágenes de “fantasmas”, siendo aún más simple trucarlas usando programas avanzados de edición de imágenes, tales como Photoshop. Incluso, existen aplicaciones móviles que permiten tomar una imagen directamente con un “fantasma” en ella, con solo un par de clicks.
Pero a pesar de toda la tecnología disponible para realizar montajes o fraudes, de tiempo en tiempo, personas comunes y corrientes sorprenden a la comunidad al reportar que lograron fotografiar un “fantasma” en un momento inesperado. Dado que algo más o menos reconocible como una persona (que en ocasiones puede ser simple pareidolia) aparece en la fotografía sin que haya explicación aparente del motivo, sus autores concluyen que no puede sino ser un fantasma real. Ante tan reveladora evidencia, los medios propagan este tipo de noticias con gran avidez.
Así, podemos pasar a contar el interesante caso del fantasma la carretera A-16, camino a La Tirana, en la primera región de Chile.
Un fantasma accidental
El 19 de julio de 2008 ocurrió un trágico accidente en la carretera A-16 que va hacia La Tirana, Chile, en el que murieron dos funcionarios de la Municipalidad de Iquique: Fernando Guerrero Tapia (50) y Alberto Galleguillos Monardes (54).
En un giro totalmente inesperado, el 23 de marzo de 2009, el periódico La Estrella de Iquique dio a conocer la noticia de que “cerca de 15 minutos después del mortal choque un carabinero tomó una fotografía en la que luego los involucrados observaron con estupor la imagen de un fantasma […]”:
Dicha noticia fue rápidamente tomada por otros medios, como Chilevisión, donde se afirmó que se trataría de un fantasma observando “su propio cadáver” y que “según sus amigos, la difusa silueta viste igual como lo hacía Guerrero en el momento del accidente”, algo que se refuerza porque colegas de los fallecidos ese día y en ese lugar “sentían una gran carga en el ambiente”.
Por supuesto, tal noticia es replicada y dada por cierta, como prueba contundente, por los fanáticos y promotores de lo paranormal. De hecho, dicha imagen, en diferentes calidades, puede ser encontrada profusamente en Internet.
Entonces, si es una foto tomada por un “ministro de fé”, como lo es un carabinero, en el mismo lugar del accidente, con conocidos que reconocen al reciente fallecido en la imagen ¿se puede negar que estamos en presencia de un caso real de un fantasma capturado fotográficamente?
Como en muchos casos, el diablo está en los detalles.
EXIF: tecnología acusete
La gracia de las tomas con cámaras digitales es que son ni más ni menos que “datos” binarios, y como simples datos, es posible que las cámaras puedan almacenar, junto con la imagen, información adicional (“metadatos”) relevante para los fotógrafos.
Esto llevó a los fabricantes a definir el estándar EXIF: “Exchangeable Image File Format”, definido por la JEIDA (organización japonesa), que agrega entonces metadatos a los formatos de imágenes JPEG y TIFF, usualmente usado por las cámaras.
Con EXIF, la cámara puede almacenar en el mismo archivo de la fotografía, detalles como la fecha y hora de la imagen, marca y modelo de la cámara, configuración de esta al momento de la toma ─apertura, tiempo de exposición, sensibilidad ISO, etc.─ y, en algunos, casos hasta la posición geográfica si la cámara cuenta con GPS.
Para realizar un análisis, se necesita revisar la imagen original. La más original accesible para el caso proviene de la noticia original publicada por el medio La Estrella de Iquique, en cuyo artículo aparece así:
Al revisar la imagen, vemos que sí tiene información EXIF, pero no es la foto original (más detalles abajo). De hecho, todas las imágenes que existen son fotografías de baja calidad, todas editadas con el “círculo amarillo” indicando al fantasma. No se encuentra en la red la fotografía original sin el círculo amarillo.
Sin embargo, ya con esta información parcial y limitada, comienzan los problemas.
El contexto vale más que mil imágenes
Sabemos que la noticia de La Estrella de Iquique se publicó el lunes 23 de marzo de 2009, nueve meses después del supuesto accidente, lo que plantea dudas sobre cuán realmente sorprendidos estaban quienes tomaron o vieron inicialmente dicha foto, dado que demoraron meses en reportarla. O bien, es que se tuvo meses para realizar un montaje.
Pero no se necesita realizar un efecto a propósito. La imagen del mismo diario habla por sí sola, para quien sabe observarla. La información EXIF de la fotografía muestra que la fecha de esta imagen no fue el día 19 de julio, sino el día 5 de abril de 2009. Esta información nos indica que fue tomada desde un celular Sony Ericsson W610i.
Además, claramente se identifica que la imagen fue editada con Adobe Photoshop CS3 para Windows. ¿Por qué? Porque, si bien la imagen aún tiene el EXIF que indica que fue tomada por la cámara de un teléfono celular, las cámaras no toman fotografías panorámicas. Todas ellas toman fotografías en un formato 4:3 o 16:9, que luego se deben “unir” para formar la imagen panorámica, ya sea en la misma cámara o por post-procesamiento posterior.
Y la imagen reportada por el periódico efectivamente es una panorámica: es extrañamente alargada ─más ancha que alta─ y es posible ver, en los tercios verticales de la imagen, que el color del cielo es ligeramente más oscuro, producto de la unión de imágenes individuales.
Esto implica que la fotografía reportada, fechada el 5 de abril de 2009, no es “una” fotografía, sino que es el resultado de la unión de varias fotografías, en particular al menos tres, que luego un software de edición de imágenes se encargó de unir para producir la panorámica mostrada por el medio.
Cuando se realiza una panorámica con software, es normal que los algoritmos de procesamiento tengan problemas uniendo la información de los bordes de una foto si esta no es idéntica en los bordes con la fotografía contigua. Cuando eso ocurre, el software intenta unir de la mejor forma posible ambas imágenes, procurando realizar una transición suave y natural entre una y otra, mezclando la información de ambas.
Es decir, un software que intenta unir dos imágenes diferentes realiza una mezcla gradual de ambas informaciones, lo que en la práctica termina siendo una doble exposición “artificial” hecha por los algoritmos del programa de edición en los puntos de unión de las imágenes.
Este caso se produce con facilidad. Dos imágenes no coinciden perfectamente si, en los segundos que transcurren entre fotos sucesivas, hay objetos o personas en movimiento que cambian su posición. Con ello, cualquier cosa que aparezca en el borde de una imagen y no aparezca en la siguiente ─o viceversa─ será intentado de “igualar” por el software, dándole una apariencia semitransparente o, para los estándares paranormales, “fantasmagórica”.
Eso es justamente lo que ocurre en la imagen reportada por el periódico: el “fantasma” está justo en uno de los dos puntos de unión de las tres imágenes usadas para la panorámica y se trata de una persona que iba caminando en una de las fotos, pero dado que iba en movimiento, no debió aparecer en la misma posición en la foto contigua:
Al mirar con atención, justo debajo el círculo amarillo, también se ve algo desdibujada la parte trasera del camión. De igual manera, bajo la portezuela del camión hay una mancha negra que, al no coincidir perfectamente en ambas imágenes, fue dejada por el software como dos manchas separadas, con un núcleo central oscuro. Todo ello confirma que esa zona de la imagen es el producto de los artefactos producidos por el software de creación de la panorámica.
Por lo tanto, en la fotografía no hay ningún fantasma. Lo fantasmagórico de la imagen es un artefacto del software de generación de imágenes panorámicas.
¿Porqué, entonces, se presentó una imagen de un accidente como fidedigna, meses después de accidente?
La explicación simple es que alguien vio esa panorámica sin entender cómo se producen esas imágenes y supuso que tal foto del accidente del 19 de julio mostraba a un fantasma. Luego, la dio a conocer ─¿de buena fe?─ pensando que lo era, sin que los medios de comunicación, que cuentan con camarógrafos y fotógrafos profesionales, hayan hecho un gran esfuerzo para revisar y detectar lo obviamente errado de tal suposición; si es que acaso no les interesaba lo otro.
O, tal vez, el autor de tal fotografía panorámica sí sabía que ahí no había un fantasma, pues de revisar las dos fotografías originales hubiera comprobado que había una persona completa, no transparente, en una y nada en la otra, pero la echó a correr para ganar unos minutos de notoriedad.
Sea por incompetencia o sea por malicia, la fotografía es un fake.
Se busca: modelo de fantasma para sesión fotográfica. Tratar aquí.
Con el ejercicio presentado en este artículo se pretende mostrar cuán fácil se puede producir un “fantasma” en una imagen, aún sin intención original de hacerlo, y cuán difícil puede ser detectar el montaje o error si no se cuenta con la información original o cercana a la original para poder examinarla.
Por ello, cuando por los medios de comunicación o en Internet se encuentran imágenes archi-copiadas, editadas ─pero nunca originales─, de un supuesto espíritu, es un error el asumir que lo es porque se “ve” como un fantasma y porque pareciera no haber una explicación “racional” para ella. Un error de razonamiento que se asemeja mucho a, si es que no lo es directamente, la falacia del argumento de ignorancia. Es decir, “como no se ha demostrado una causa natural para la imagen, se concluye que su causa debe ser sobrenatural…”.
Es por todo esto que, conociendo el largo historial de errores, fraudes y engaños asociados con imágenes de lo supuestamente sobrenatural, no basta una simple imagen para demostrar la existencia de fantasmas o de otros tipos de entidades, seres o fenómenos paranormales; peor aún si se trata de medios de comunicación profesionales. Se requiere mucha más evidencia que, hasta el día de hoy, sigue siendo tanto o todavía más esquiva que los mismísimos fantasmas.
Referencias
- La Estrella de Iquique, «Fantasma de ex funcionario municipal aparece en fotografía». 23 de marzo de 2009. URL http://www.estrellaiquique.cl/prontus4_nots/site/artic/20090323/pags/20090323001029.html