Oscillococcinum publicitado más allá de lo autorizado por el ISP

por | 31 marzo, 2014
Material publicitario:
Oscillococcinum,
«acaba con el resfrío»
El laboratorio Recalcine S.A., comercializador en Chile de Oscillococcinum, glóbulos homeopáticos (fabricado por laboratorios Boiron, Francia), durante 2013 realizó publicidad que no se ajusta a lo autorizado en su registro sanitario otorgado por el Instituto de Salud Pública (ISP). Su afirmación publicitaria «acaba con el resfrío» difiere a lo autorizado para publicitarse como «útil en el tratamiento del resfrío común y estados gripales» según su Registro Sanitario H-1102/10, con lo cual infringió el Decreto Supremo Nº 3/2010 del Ministerio de Salud, ante lo cual el ISP instruyó la suspensión de la publicidad del producto.
Esta sanción consta en la respuesta que la AECH recibió el 2 de diciembre de 2013 de parte de la Jefa del Subdepartamento de Inspecciones, Agencia Nacional de Medicamentos, Q.F. Jeannette Wuth Bascuñán, Ord. Nº 2739 de Ref. Nº: 100133/13(4963/13), a propósito de la denuncia que realizamos al ISP el 12 de julio de 2013.
Tal sanción complementa el fallo ético adverso en contra de Recalcine emitido por el Consejo Nacional de Autorregulación Publicitaria (CONAR), rol 0931, por infringir el artículo 26º del Código Chileno de Ética Publicitaria (CCHEP), al realizar afirmaciones de carácter general en la publicidad de medicamentos con su frase «acaba con el resfrío».
Queda por evaluar qué antecedentes científicos consideró y con qué criterio evaluó el ISP como para autorizar la publicidad de una pócima homeopática como si fuese «útil en el tratamiento del resfrío común y estados gripales».
Sería interesante cuantificar la tasa marginal de niños que padecieron consecuencias de salud graves o fatales como consecuencia de la decisión de sus padres de enfrentar su cuadro de resfrío o gripe con un producto homeopático, ofertado como que «acaba con el resfrío». De existir aunque sea un solo caso, ¿qué responsabilidad le corresponde tanto a los promotores privados que comercializaron “Oscillococcinum” como a las autoridades públicas que lo autorizaron? ¿Hasta qué punto primaría el interés superior por la salud del niño? ¿Con qué consuelo quedarían sus padres de saber, demasiado tarde, que lo que compraron bajo la promesa de “acabar con el resfrío” no era tal?
Pronto llegará el invierno y, como si nada hubiese pasado, volveremos a contemplar la lucrativa comercialización de placebos.

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