Antares de la Luz, dioses en Colliguay y sus hijos

por | 26 abril, 2013
Anticristo

Las macabras consecuencias del fundamentalismo religioso y sus reiteradas manifestaciones en la vida cotidiana son un fuerte motivador para el ejercicio activo y velado del escepticismo, causa que nos inspira como agrupación. Suele ocurrir que la denuncia de alguna magufería se enfoque en alguno de sus aspectos más vistosos, aunque, en el fondo, las supersticiones y las pseudociencias están íntimamente ligadas. Para vergüenza de la humanidad, cual epítome de la barbarie intelectual, horrorizados nos enteramos de otro caso más en que el sostenimiento dogmático de ideas absurdas sustentó actos absurdos que conllevaron un innecesario e injustificado sufrimiento, tortura y muerte de un inocente; cual Edad Media, carbonizando vivo en una pira a un bebé varón con dos días de nacido.

Ramón Castillo Gaete, hoy prófugo de la justicia, autodenominado «Antares de la Luz» (por “provenir de la estrella más brillante de la constelación de Escorpión“), auto-reconocido como “encarnación de dios” y líder de una secta en la localidad de Colliguay, Quilpué, V Región de Valparaíso; concibió un bebé con Natalia Guerra Zegers, una de sus sectarias. Según declaró posteriormente ella a la policía, él le advirtió que “no estaba destinado a procrear” y aseguró que el niño era “Lucifer, una fuerza oscura”; de ahí la decisión de sacrificar al bebé en una pira a los dos días de nacido, como una forma de salvarse ni más ni menos que del fin del mundo del 21 de diciembre de 2012, en el cual creían, y que se les avecinaba en poco menos de un mes. Llegada la fecha y no pasando nada, el líder perdió credibilidad, la secta dejó de seguirle, él se fugó y la familia de la madre hizo la denuncia correspondiente al verle a ella de regreso sin el bebé. Junto a ella, mientras pesquisan al diosito prófugo, se encuentran también imputados por homicidio otros dos varones y una mujer pertenecientes a la secta. No descartan la posibilidad de encontrar más osamentas.

Religiones y Sectas

Apocalipsis

No nos dejemos seducir por la tentación de confundir a una secta delirante con una religión seria. La diferencia es clara. Las religiones serias, por su parte, plantean doctrinas serias y constructivas a sus fieles, tales como la creencia en distintos dioses omnimodo (omnipresentes, omniscientes, omnipotentes), a veces buenos, que crean nuestro universo con un soplo y a los humanos con barro y costillas, a quienes nos hacen a su imagen y semejanza, pero imperfectos, para que cumplamos misiones de absoluta sumisión que ellos nos definen, a sabiendas de que no las cumpliremos en nuestra breve vida, para luego condenarnos eternamente a un suplicio y tortura infinitos junto con el primer librepensador que ellos mismos crearon. Definen estrictas reglas respecto de nuestro vestuario, alimentación, vida sexual y social, con sendos castigos por su incumplimiento, incluyendo sacrificios, a cargo de elegidos que disponen de algún teléfono rojo para consultarles directamente sus caprichos. Algunos, con palomitas blancas, preñan inmaterialmente a mujeres vírgenes para darse a luz a sí mismos (y manteniendo las respectivas virginidades) y ofrecerse en sacrificio voluntario para salvarnos de las consecuencias de sus contratos impuestos unilateralmente, con la poca gracia que tiene tal sacrificio a sabiendas de que luego resucitarán y, algunos, se llevarán a su mami a pasear por las nubes. Otros arrancan en caballos voladores por encima de las murallas de castillos o tienen trompa de elefante. Generalmente, se van de paseo para luego volver en algún momento indeterminado con espadas de fuego a limpiar el desastre que ellos mismos crearon, llevándose a los sobrevivientes a tocar arpas al jardín. Otros también se merecerán 72 vírgenes si consiguen eliminar infieles. Mientras tanto, delegan su representación en sucursales a quienes usen túnica y mitra blancas, y se dan de comer en panes prensados mientras esperan que un demonio boicotee la confianza de los fieles. Ahí se reconoce como virtud el acto de fe de los profetas que matan a sus hijos incitados por el mismísimo dios, o el genocidio de infieles tras bajar de un monte. Al lado de esos millones de asesinados a manos de dios, la cacería de brujas durante la Edad Media incitada por puritanos e institucionalizada por la Inquisición, pasa a ser una mera anécdota histórica.

Como contraparte, las que tienen ideas delirantes son las sectas. En ellas, el líder controla el entorno social de los fieles y les enseña creencias siniestramente diseñadas de modo que le permitan controlar el pensamiento y los actos de sus víctimas para su exclusivo beneficio; tales como ser la encarnación de dios en un hombre, provenir desde otra estrella, tener los respectivos propósitos, misiones, planes y destinos divinos a ser cumplidos acá; y dar por sentado no sólo el advenimiento de un apocalipsis, sino que saber la fecha exacta ─quizás por la fortuna de haberse informado oportunamente por los medios de comunicación ante tanto agorero local─ y, para evitarlo, contar con la receta de un sacrificio humano, en quien se reconoce al mismísimo demonio.
Los delirios sectarios son cosa de pocos. Cuando resultan masivos, pasan a gozar de prestigio, privilegios, protección institucional y se les reconoce como religión. Tal diferencia de escala nos permite reconocer como asesinato lo que ellos vieron como sacrificio, y reconocer como genocidio lo que otros vieron como cruzada o, incluso hoy, otros ven como guerra santa.

Nuestras creencias son la antesala de nuestros actos

Prédica religiosa callejera con amplificación.

No da lo mismo qué creer ni es inocuo que una persona crea tal o cuál cosa; peor aún si se trata de un grupo lo suficientemente poderoso. Como ejemplo, si Ud. escucha ruidos en la puerta de su casa durante la noche, teniendo un arma de fuego a mano, no da lo mismo creer que se trate de su hijo volviendo de una fiesta, a creer que se trate de un ladrón intentando entrar por lo menos a robar y quién sabe a qué más.

La libertad de culto surge como consecuencia de la libertad de conciencia, de pensamiento y de expresión. Nos choca ver que un sectario reconozca anticristos en un bebé y use tal creencia para justificar un asesinato, pero, obnubilados por un excesivo e injustificado “respeto“ a la creencia en vez de al derecho de la persona a creer, aceptamos sin más el que diversas denominaciones ─en este caso─ cristianas prediquen en las calles un mensaje cargado de odio, reconociendo pecado y demonios en cuanto transeúnte se les cruce por delante. No seamos ingenuos, pues Antares y su pareja simplemente hicieron lo que corresponde hacerle al anticristo según su credo. Si hoy esos otros predicadores no pueden andar armando piras en las plazas y quemando a cuanto pecador, hereje, ateo, blasfemo, brujo, impuro, librepensador, crítico o anticristo se les ocurra, no es porque no quieran ni porque su credo no lo promueva sino porque hemos conseguido levantar un Estado lo suficientemente secular como para mantener al menos esa calaña de delirio religioso maniatado con la camisa de fuerza que se merece.
La observancia de una estricta separación entre el estado y los credos religiosos, así como cualquier otra superstición, es de fundamental relevancia para la sobrevivencia de una democracia y un estado de derecho con debido proceso. Los credos religiosos suelen ser hegemonistas políticos y no escatiman en instrumentalizar el poder del estado en beneficio de su propia agenda político-religiosa en desmedro de los intereses comunes al resto de la sociedad, cuya protección es el sentido de ser del estado. Resulta preocupante, entonces, que por no perder el apoyo electoral de una proporción importante de la población que participa de cultos predicadores callejeros, las autoridades políticas les concedan el privilegio, discriminador con el resto, de poder predicar impunemente el odio en los espacios públicos y, de paso, estropear el descanso ajeno con volúmenes exageradamente altos. Alemania tiene historia para contar sobre qué pasa cuando no se le pone atajo a tiempo a estos grupetes atropelladores de los derechos de terceros. Por ese camino, en Chile no será éste el último anticristo al que hayan de quemar.

Educación, la sospechosa de siempre

El pensamiento crítico es un objetivo transversal en nuestro currículo educativo. De tan transversal que es, nadie se hace cargo y, dentro de lo generalizadamente deficiente que es nuestro sistema educativo, el pensamiento crítico y la formación científica brillan por su ausencia; y ni hablar de la promoción que el mismo profesorado realiza de supersticiones y pensamiento mágico en el estudiantado. Esto no sólo nos resta posibilidades de desarrollo económico, sino que humano.
El pensamiento crítico y la ciencia nos sirven como vacuna ante el pensamiento mágico, los sesgos cognitivos y las supersticiones, que son el terreno fértil sobre el que las religiones siembran brujas para cosechar poder político. Si la madre Natalia Guerra Zegers, tanto cómplice como también víctima, hubiese al menos conocido las críticas fundadas hacia la idea de dios y, por ende, hubiera sabido poner en duda que Antares fuese uno encarnado; si con un mínimo de conocimientos astronómicos hubiese sabido poner en duda la proveniencia estelar del mismo y el absurdo del 21 de diciembre de 2012; si nuestros medios de comunicación hubieran sido responsables antes de promover los sinsentidos de agoreros supersticiosos y conspiranoicos; si se le hubiera puesto en alerta sobre las técnicas de control mental propias de los líderes sectarios; si se le hubiera enseñado la irredimible inutilidad de los sacrificios materiales, animales o humanos, sea para el goce de los dioses o la purga de deudas divinas; en fin, si nuestro sistema educacional hubiese conseguido propagar hasta ella los desarrollos culturales que como humanidad nos han permitido mejorar nuestra dignidad, hoy no estaríamos lamentando el indigno sacrificio de una criatura inocente.

Mientras tanto, y a pesar de todo, hoy aparece en un matinal el teólogo Hugo Zepeda Coll dando pie a la posibilidad de que el gurú sectario haya estado poseído ─advine por quién, sí─ por el demonio ─o, si gusta, por el anticristo.

El pensamiento crítico dignifica y salva vidas. La fe, mata.

Noticias