Antiguos astronautas: carros de los dioses

por | 7 noviembre, 2012
Pakal, el astronauta del Palenque
(Imagen: PJ Media)

Por Omar Ernesto Vega

Hubo un tiempo en el cual adoraba el History Channel. Me encantaba que un canal comercial pudiera sobrevivir propagando cultura en el mundo, con su programación maravillosa sobre historia China, Europea y Mesoamericana, con sus documentales sobre astronomía, arqueología, física y la Segunda Guerra Mundial. Tanta era mi pasión por ese canal que contraté cable exclusivamente para verlo. Pero recientemente la programación comenzó a cambiar.

Hoy está lleno de recolectores de basura, realities bélicos y, peor aún, de “Antiguos Astronautas”. En aquel programa aparece Giorgio A. Tsoukalos, un tipo sabelotodo, con los cabellos erizados a lo Einstein y cara de sabiduría, propagando su credo que enseña con la pasión de un pastor evangélico. Se viste tan bien, y habla con tal propiedad, que cualquiera diría que es un físico teórico del MIT o Cambridge, pero su rama de estudio no es la ciencia sino la ficción pseudo-científica. De acuerdo a este individuo, antiguos extraterrestres llegaron a la Tierra, crearon al hombre por manipulación genética, y nos soplaron cada uno de los avances que nosotros, los escépticos terrícolas, generalmente atribuimos al ingenio humano.

A veces me pregunto qué porcentaje de la audiencia creerá semejantes patrañas, pero no me hago ilusiones. La gente es crédula por naturaleza. Sin embargo, confieso que yo también veo ese ridículo programa, al menos para entender cómo se las arreglan estos farsantes para atraer tanto público, y adquirir tanta fama.

Sin embargo, es innegable que hay arte y esfuerzo en crear una monstruosidad como Alienígenas Ancestrales. De partida, este tipo de charlatán tiene una vasta cultura, pues ha leído cada libro de pseudociencia que se ha impreso, y maneja un inmenso caudal de datos sobre ufología, mitos y antiguas religiones, mezclados con algunos hechos históricos y arqueológicos verídicos. En efecto, si uno olvida sus infantiles conclusiones, sus programas tienen mucho material excelente, contaminado con las mentiras más espantosas.

Tomemos, como ejemplo, aquel capítulo sobre los vehículos voladores y las armas de destrucción masiva que hubo en la antigüedad. Para probar aquella hipótesis estos estudiosos recurren a los antiguos mitos que están registrados en la Biblia, los Vedas y otras fuentes. Ahora bien, tales mitos realmente existen y pueden ser consultados fácilmente en las literaturas religiosas. La historia de Sodoma y Gomorra aparece en el Génesis 19, y las batallas de los dioses hindúes de avanzada tecnología pueden ser consultadas en el Mahabarata, que los muestra volando en sus vimanas metálicas y disparando flechas que explotan con el poder de bombas atómicas.

En aquellos programas la manipulación es burda y simple. La documentación que presentan apunta a fuentes reales, que muchas veces el público general desconoce. Esa mezcla es intencional, pues se trata de impresionar a la gente con la sabiduría de los presentadores, para que se acepte sin chistar lo que se dice. De esa manera se entrega simultáneamente conocimiento e ignorancia. Tal como se envuelve con carne una píldora para que la trague un perro enfermo, los “teóricos de los extraterrestres” envuelven sus patrañas con conocimiento real, con lo cual las hacen digeribles para la persona de mediana cultura.

También se aplica un poco de lógica torcida. Se afirma que al estar escrito en libros que datan de la antigüedad, debió ser cierto, pues ya una vez se probó que la Troya de la Ilíada no era un mito sino que realmente existió. Por lo tanto, si en los antiguos escritos se dice que los dioses llegaron del cielo en vehículos aéreos, no se trataría de fantasías sino de realidades que requieren una explicación científica. Entonces se pregunta quién pudo disponer de vehículos voladores en aquella época, y la respuesta es clara como el agua: los extraterrestres. Por supuesto que tal argumentación es absurda, pues entonces deberíamos creer que los conejos y las tortugas hablan, ya que Esopo lo dijo hace miles de años.

Los trucos retóricos abundan en el programa. He tomado nota de algunas de las expresiones usadas con regularidad para introducir mentiras y engañar a la audiencia. Una de las más usadas es la expresión: “De acuerdo a los teóricos de los Antiguos Extraterrestres”. Se trata de una frase sin sentido, que alude a ellos mismos, pero que induce al público a pensar que en algún lugar hay un comité de sabios, el cual estudia seriamente las visitas de marcianitos verdes en la antigüedad. Otra de las maneras de suspender la incredulidad del público es aplicar la siguiente fórmula: “Y si fuera cierto (…) entonces”. En uno de esos programas me divertí contando cómo se aplicaba esa expresión para explicar los disparates más asombrosos, por el mecanismo de reiterar la frase, llegando a crear cosas en este estilo:

Y si fuera cierto que los antiguos tuvieron bombas atómicas, entonces hubieran tenido tecnología para llegar a Marte, donde levantarían nuevas pirámides tal como lo hicieron en Yucatán y Egipto”.

Por si fuera poco, estos “pensadores” tratan de demostrar que las civilizaciones humanas de la antigüedad carecían de tecnología para crear sus propias obras, explicando que los egipcios no pudieron levantar sus pirámides ni los pascuenses sus moais. En sus programas se escuchan frases absurdas como “no hay grúas capaces de levantar estas piedras”, y “la ciencia actual no se explica cómo fueron hechas”, y en consecuencia los antiguos constructores debieron recurrir a la ayuda maravillosa de los extraterrestres.

¿De dónde salió semejante mitología, que hoy genera rentas de millones de dólares a los charlatanes, y que incluso está fundando nuevas religiones?

Se trata de una historia larga y compleja que desarrollaremos en futuros artículos. Por ahora, sólo veremos el caso del más famoso “teórico de los antiguos astronautas”, el charlatán suizo Eric Von Daniken, quien se hizo millonario vendiendo idioteces a las masas, y que ahora hasta tiene un parque temático al estilo Disney. Sus ideas aparecen en el libro Carros de los dioses (1968) que se llevó a una película famosa del mismo nombre, y que es conocida en español como Recuerdos del Futuro (1970).

Su estrambótica teoría se basa en un hecho real. Durante la Segunda Guerra Mundial los aliados establecieron bases en Nueva Guinea, y los nativos al no comprender las tecnologías de las radios y aviones atribuyeron tales maravillas a dioses, y fundaron una nueva religión que los antropólogos conocen como “culto al cargo”. Von Daniken afirma que los contactos con extraterrestres están presentes en todas las mitologías y religiones humanas, pero como las gentes de la antigüedad no conocían a los astronautas ni los cohetes, y no podían pensar en visitantes de otros planetas, les llamaban dioses. E insiste en que las visitas de los antiguos alienígenas no puede ser producto sólo de la fantasía, puesto que las encontramos en todas las culturas del mundo.

La principal idea de Von Daniken es la creencia de todos los mitos se basan en hechos reales. De acuerdo a él, los antiguos habrían visto antiguos extraterrestres, y nos habrían dejado evidencia de su presencia en pinturas y esculturas antiguas. Por eso, cualquier cosa que remotamente se asemeje a un platillo volador, o que recuerde un casco de astronauta, sería una prueba de las visitas de los extraterrestres. Por ejemplo, la famosa lápida de la tumba del rey maya Tikal, que le muestra cayendo a los infiernos, sería una descripción de un astronauta alienígeno pilotando una cápsula Gemini, como las que había en la época en que fue escrito Carros de los Dioses.

Como si el argumento no fuera ya endeble, en la película se habla de los ovnis que aparecen en los libros tibetanos del Canchur, en el Mahabarata (libro religioso de la India al cual se le atribuye erróneamente una antigüedad de 3.000 años), en La epopeya de Gilgamesh, en los Textos de Qumram y, por supuesto, en la Biblia. Luego nos explica que el Arca de la Alianza era un condensador eléctrico, que Ezequiel presenció el despegue de un cohete espacial. Además, nos muestra las supuestas naves espaciales dibujadas en un altar del Monasterio de Decani, en Kosovo, Yugoslavia. Y así sigue su estudio recopilando anécdotas del mundo entero, todas las cuales las distorsiona para sus fines. Ve astronautas con cascos en petroglifos de Argelia, explica que el mapa de Piri Reis que muestra la Antártida fue dibujado en el espacio a bordo de un plato volador, da unos cálculos ridículos sobre el tiempo que tomaría construir una pirámide, saca a colación la batería de Bagdad, las líneas de nazca, etc. Todo en una extraña danza de verdades a medias, pegadas con patrañas, que de alguna forma fascina al público.

Ahora bien, desde hace mucho tiempo los editores de libros y productores de televisión saben que la gente se siente atraída por los antiguos astronautas. También saben que aquellos libros y películas se venden muy bien, mientras que los de divulgación científica languidecen en las estanterías. Además, si se hace una encuesta se descubrirá que casi todas las personas creen en los extraterrestres, y que aquellos que creen en sus visitas a la Tierra son también mayoría. Se trata de un público enorme al cual se pueden vender muchos libros y documentales, sacando mucho dinero en el proceso.

Mientras sea rentable publicar libros y películas sobre estas fantasías, que se disfrazan burdamente de científicas, seguirán apareciendo y ocupando gran parte de los estantes de las librerías, y los espacios de televisión. Definitivamente, Eric Von Daniken, Charles Berlitz, J.J. Benitez, Giorgio A. Tsoukalos, y otros “teóricos de los antiguos astronautas”, no son tontos, sino que son los grandes beneficiados, pues al propagar sus creencias el dinero fluye en torrentes a sus bolsillos.

Sobre el autor

Omar Ernesto Vega es Ingeniero en Computación e Informática, Master of Science in Computational Science, University of Saskatchewan (Canadá). Ensayista, académico y conferencista de Ciencia Ficción. En 1984 apareció su primer artículo en la revista Microbyte, y desde entonces publica reseñas y cuentos de CF, en español e inglés. En los noventa publicó papers sobre visión computacional, y en el 2000 subió sus propios sitios web experimentales.

Desde la década pasada centró sus esfuerzos en la literatura de CF, siendo un impulsor del proyecto de digitalización de novelas de CF chilenas del s. XIX para Memoria Chilena (DIBAM). En 2010 publicó en Amazon su primera novela, «El Secreto de Rings», y en 2011 ganó el IV Premio Internacional de las Editoriales Electrónicas, con su artículo «Cronn: la ciudad espacial de Hugo Correa». En 2012 publicó el ensayo «El futuro imaginado: breve historia de la anticipación» por Ed. Puerto de Escape.

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