«Psíquicos»: podría haber estado bien hecho

por | 9 abril, 2012

No soy psíquico, pero me imagino lo que van a decir en CHV si leen esta columna. Que «Psíquicos» no es un experimento científico sino un programa de entretención. Que los medios de comunicación no pueden tomar partido por una u otra postura así que no se puede hacer el programa a gusto de los escépticos. Que, finalmente, a los escépticos también se les invitó a decir algo, así que es cosa de que nos esperemos un par de episodios más y los veremos aparecer. ¿Y sabe lo que pienso? Que al margen de cualquier opinión personal sobre el programa, mucha gente lo sintoniza queriendo saber una única cosa: «alguna de estas personas que dice tener poderes sobrenaturales ¿en realidad los tiene?». Recapitulando el primer programa de la serie, parecería que sí, que la señora que se deja guiar por la ceniza de su puro es prácticamente infalible. Que esto es algo que en pocos días ya tuvo un efecto fuerte en la cultura popular del país lo ilustra ella misma, pues dice que «[en] mi local están reventados de llamados telefónicos pidiendo una cita conmigo«. Si después de haber visto el programa de CHV usted cree, como muchas personas, que pedir una cita con ésta u otro de los psíquicos sería dinero bien invertido, le sugiero seguir leyendo. (Si quiere saltar de inmediato a mis comentarios sobre el programa, pinche aquí, aunque le aconsejo leer la introducción).

Cuando un mago ejecuta un truco de magia a menudo el truco parte permitiendo a la gente examinar el mazo de cartas, el sombrero, el pañuelo o lo que sea que el mago emplee durante su acto. El objetivo del mago es que el público crea que no hay truco. Todos sabemos que hay truco, pero la gracia de un show de magia está en generar una ilusión lo más convincente posible, que al menos nos haga dudar y considerar por un momento que el mago pueda tener de verdad algún poder extraordinario. Sin embargo el show termina y el mago vuelve a ser un sujeto común y corriente, que no intenta convencer a nadie de que posee un poder especial o, cuando mucho, juega con esa idea pero no la usa para nada «de verdad». El mago no afirma que puede curar una enfermedad, encontrar a una persona perdida o arreglar problemas amorosos o financieros gracias a sus «poderes». Lo que él hace es un show. Punto. Que entren los psíquicos ahora. Por todo lo que nos indican las pruebas, un psíquico no tiene más poder que cualquier mago. Es bueno observando, deduciendo, jugando un poco con las estadísticas y eso sería. La ilusión a veces puede ser muy buena pero, a diferencia del mago, el psíquico no reconoce que hay truco. En algunos casos estas personas creen de verdad que tienen el poder que publicitan. En otros casos hay un afán de fraude. De cualquier modo, se plantean como si de verdad tuvieran algo especial, una habilidad que no todos los seres humanos tienen, y se sienten capaces de intervenir en problemas de variada índole, a veces obrando con completo desinterés y en otros casos claramente exhibiendo expectativas de retribución económica o reconocimiento social. Dejemos su intención de lado, ya que no importa para decidir si hay evidencia de que sus poderes son reales.

Considerando la hipótesis de que un psíquico es una especie de «mago testarudo que no quiere reconocer que es un mago» lo primero que un programa de televisión orientado a poner a prueba sus poderes tendría que hacer es implementar un excelente «control». Por la palabra «control» quiero decir descartar la posibilidad de que haya alguna explicación alternativa a los supuestos poderes del psíquico. Se lo aclaro con un ejemplo: si le digo que soy capaz de calentar una taza de café mirándola y a continuación le digo que coja esa taza de café caliente que está en la mesa, pues la acabo de calentar con la mirada ¿me creería? Seguramente usted querría asegurarse de que no hay otra explicación posible. A lo mejor la taza ya tenía café caliente y usted no lo había notado. O a lo mejor la taza tiene un truco (un pequeño calentador oculto, operado remotamente desde mi bolsillo). O quizás el café estaba mezclado con una sustancia química que haría que se calentara después de un rato. En base a sus sospechas usted me pediría que repitiera mi hazaña, pero esta vez con una taza que usted haya podido inspeccionar (y que yo no haya podido manipular) y con café sacado de un tarro sellado, obtenido de una fuente confiable. Si nada de eso se cumple, entonces probablemente usted no me creería. En ciencias diríamos que la experiencia estuvo «mal controlada», pues había otras explicaciones posibles y con mayor probabilidad de ser ciertas, y que no fueron tenidas en cuenta durante el experimento, de modo que el experimento no permite llegar a una conclusión.

El problema con esto es que hacer un buen control del acto de un mago porfiado es tremendamente complicado. Si usted me dijera que yo lo hiciera, aprovechando la mirada científica que le doy a las cosas, le diría que no, gracias. Es famoso el caso de Uri Geller, por ejemplo, quien en 1974 fue capaz de engañar por completo a un grupo de científicos del Birkbeck College, en Londres, haciéndoles pensar que efectivamente tenía poderes especiales. Y si un científico no es capaz de hacer un buen control, ¿entonces quién puede? Otro mago, por supuesto. Vea al mismo Uri Geller, pero esta vez enfrentado a una situación en que, sin que él lo supiera, el mago James Randi había vuelto imposible que Geller manipulara los objetos sobre los cuales decía ser capaz de aplicar sus poderes:

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Volviendo a «Psíquicos» y CHV: si bien me declaro incapaz de hacer un buen control de los experimentos a los que están sometiendo a los supuestos psíquicos, soy capaz de reconocer cuando un control está tan mal hecho que el resultado de la experiencia da lo mismo pues no es prueba de nada. El primer episodio de «Psíquicos» abarcó en lo esencial dos pruebas importantes. Una era la de identificar un muñeco entre cinco figuras aparentemente indistinguibles por canales normales. Las otras cuatro figuras correspondían a actores. Para agregarle dramatismo, el psíquico debía quemar a la figura que aseguraba que no estaba viva. Un buen experimento habría controlado varios factores que el programa dejó al azar (por nombrar dos, la iluminación ambiental y la dirección en que soplaba el viento sobre las figuras). Pero además había graves problemas de diseño. ¿Cómo estar seguros de que los actores eran tan buenos que no delatarían su presencia con ligeros movimientos que un buen observador reconocería? ¿Qué tal si los psíquicos, por creencias supersticiosas, favorecían escoger siempre un mismo número y justo el muñeco estaba en ese número? En ambos casos nos habríamos encntrado con un nivel alto de aciertos, que no habría tenido que ver con ninguna habilidad extraordinaria. No obstante, a pesar del mal diseño, el resultado fue simplemente el que uno habría obtenido más probablemente por simple azar. Sin mirar las cinco figuras, si me piden escoger cuál es el muñeco y lo hago al lanzando un dado (¡existen dados de 5 caras!), tengo de inmediato un 20% de probabilidades de acertar. En 10 predicciones, lo más probable es que entonces, por suerte, acierte en 2. Eso es justo lo que el programa encontró, así que no vale la pena darle más vueltas a ese resultado.

El plato fuerte de la noche fue adivinar que se encontraban en casa de Vodanovic. A primera vista esto parece mucho mejor hecho que el otro experimento. Según nos dice el conductor del programa, los psíquicos llegaron vendados a la casa; están en un lugar donde nunca han estado antes; y hay varias cosas de Vodanovic que no tienen manera de conocer, como por ejemplo que hace terapia con imanes y tiene una relación con el esoterismo.

¿En serio?

Mire lo que me muestra una rápida búsqueda en Google. Vodanovic hablando sobre la terapia que hace con imanes en revista Paula, en revista Caras, La Cuarta, Terra, Vanidades, LUN, Cooperativa, Cambio 21… Y eso sin mencionar que también salió en programas de televisión refiriéndose al tema. Claro, si uno estuvo escondido debajo de una piedra durante los últimos años cabe la posibilidad de que no se haya enterado de lo de Vodanovic y los imanes, pero resulta que en el negocio de los psíquicos es tan importante saber quién es quién como en cualquier otra profesión u oficio. A lo mejor un psíquico no tiene idea de quién es y qué hace Phil Plait, por ejemplo, pero sería muy raro que un divulgador científico, especialmente de la corriente escéptica, lo ignorara. Análogamente, a lo mejor yo no tendría por qué saber que Vodanovic se dedica a la medicina alternativa, pero sería raro que quienes trabajan en ese tipo de cosas lo desconocieran.

Pero sigamos recorriendo la casa. Durante el programa, Vodanovic muestra que las pinturas están firmadas «AVP» y dice que seguramente «no van a cachar quién es AVP». ¿Y cómo saberlo? El programa estaba evaluando poderes psíquicos y no la capacidad de recordar haber visto alguna pintura de Vodanovic en alguna foto de una revista, por ejemplo. De hecho, ¿recuerda que el primer psíquico anuncia con toda tranquilidad el nombre de Vodanovic después de mirar una de las pinturas? Si no lo recuerda, fíjese aquí:

Y es imposible que el psíquico haya visto esa pintura antes. ¿O sí es posible? Para responder la pregunta simplemente vea:

vodanovic-destacado

Esta imagen es de una entrevista que Vodanovic concedió a fines de 2011 y que está en YouTube. Vea la pintura detrás de Vodanovic… Si termina de leer esta columna, más abajo volverá a ver esta pintura. ¿Cómo estar seguros entonces de que el psíquico no conocía la pintura y que, más encima, el «AVP» no haya terminado dándole el empujoncito que su memoria necesitaba?

Luego muestran en otras tomas que los productores dejaron sobre el velador una foto de unos niños de la familia de Vodanovic. Es cierto que él no sale, pero ¿nunca le ha pasado ver fotos de niños y decir «es igual a su papá», o a su tío, o a quién sea? De nuevo: se estaban evaluando poderes psíquicos y no el ser buen fisonomista. Cada una de estas cosas va sembrando dudas. Si el psíquico acierta, no sabemos si es por psíquico o por otra posible explicación, simplemente porque el experimento está mal hecho.

A fin de cuentas, el argumento más fuerte parece ser que los psíquicos no habían estado nunca en casa de Vodanovic y que, sin embargo, en más de un caso se las arreglaron para percibir que lo estaban. Algo que me llamó la atención es que incluso en el caso de los psíquicos que no dieron con el nombre de Vodanovic, parecía fácil para ellos suponer que estaban en la casa de alguien de la televisión. ¿Habría algo más en la casa que lo haría evidente? El problema para resolver esto es que el programa está editado, de modo que vemos lo que los editores quieren que veamos. No obstante, hice un análisis de algunas imágenes y me encontré con esto:

Éste es un ángulo que la cámara muestra fugazmente sólo en esta toma que tengo capturada aquí. No obstante, si lo piensa un poco, resulta que cada vez que los psíquicos se sentaban a la mesa a darle vueltas a quién era la persona, era ese ventanal el que tenían al frente. Ponga atención al objeto que está marcado con la flecha roja. Parece ser el mismo objeto que uno ve a la derecha en la siguiente imagen:

No se alcanza a ver el detalle en la base, pero parece tener una placa. ¿Será un premio? ¿Estará dedicado a Vodanovic y los productores fueron tan «descuidados» que lo dejaron a vista y paciencia de los psíquicos? Pero supongamos que la placa dice algo genérico, sin incluir su nombre. Pasa de todos modos que la segunda imagen de más arriba corresponde a un comercial publicitario que se difundió entre el público esotérico en 2010, ya que anunciaba la venida a Chile de una maestra espiritual de nombre Isha. Una vez más, el punto importante es que cabe una posibilidad no menor de que alguno de los psíquicos haya visto el comercial (pues se trata de materias probablemente de su interés) y que en lugar de estar evaluando poderes sobrenaturales estemos simplemente evaluando buena memoria.
Ah, de yapa, cuando Isha vino, resulta que la entrevistaron en casa de Vodanovic. Las fotos están publicadas en Internet así que si a uno le gustan esos temas es muy posible que las haya visto. Fíjese en ésta:

Están todas esas cosas que el mismo Vodanovic se encargó de mostrar que decoraban su living durante la visita de los psíquicos. Y de fondo, la misma pintura que el primer psíquico observó antes de anunciar el nombre de Vodanovic.

Redondeando: no le estoy diciendo que los psíquicos hayan mentido. En una de esas sí tienen algún increíble poder (aunque lo encuentro muy poco probable) y entonces podrían competir por el millón de dólares que ofrece James Randi a quien sea que esté dispuesto a demostrarlo en condiciones controladas. (Y para que no salgamos con el argumento de que uno no puede beneficiarse a sí mismo con estos dones, entonces puede regalar el dinero a la Teletón y ya está). Lo que sí le estoy diciendo es que los experimentos que CHV hizo en su primer episodio del programa están muy mal hechos y no permiten concluir ni una cosa ni la otra. No obstante, si gracias al poder de la edición televisiva CHV finalmente nos deja con la sensación de haber demostrado algo que no ha sido demostrado, el canal será responsable de la promoción masiva de una cultura de la charlatanería, donde tendrá más credibilidad aquél que sepa embobar a la gente y no quien tenga la evidencia más creíble. ¿O será que ya vivimos en esa cultura y por eso un programa como este puede ser exitoso? Como sea, CHV, ¿por qué no aprovechar la oportunidad y hacerlo bien? Aún hay tiempo…

P.S.: Sé que en la columna anterior le dije que hablaríamos de cuántica. Agradezco a quienes tomaron en esa ocasión el desafío de decir qué entienden por cuántica y les aseguro que el tema ya viene.