Todología escéptica

por | 27 marzo, 2012

Certificado de Todólogo. Fuente: canalpreto.cl

En la AECH tenemos un lema: “Por la razón y la ciencia”. Por ello intentamos a través de nuestros artículos, nuestra página de Facebook, Twitter y otras instancias aportar con granitos de arena en la difusión del escepticismo, la ciencia y la razón,

Además, desde un tiempo abrimos una sección de preguntas que permite que recibamos preguntas, y a goteo (dada la carga de trabajo, estudio y compromisos familiares de todos) hemos ido seleccionando preguntas interesantes, y respondiéndolas…

Ahora en la AECH hay varias personas versadas en temas científicos en distintos grados, desde aficionados a personas con preparación formal en ciencias, por lo cual no debería resultar raro que muchas de las preguntas que recibimos tengan relación con temas científicos y escepticismo.

O eso es lo que yo por mucho tiempo pensé. Cuando veo preguntas como estas (que no han sido respondidas aún):

  • «Son efectivos los productos con feromonas? ¿o es sólo publicidad engañosa?«
  • «que piensan de la posible existencia de universos paralelos?«
  • A mi mente se viene que alguna persona que tiene una duda honesta, conoce a la AECH, y confía en que podamos darle una respuesta razonable y aclaradora, a pesar que no somos ni astrofísicos ni bioquímicos o especialistas exactamente en esas áreas.

Pero al seguir mirando en las preguntas recibidas, encuentro algunas como:

  • «mi padre cree en las posesiones demoniacas me podrias decir lo que pasa realmente para poder decirle lo que pasa en realidad«
  • «que es el espiritu santo?«
  • «Estimado Escéptico, si la creación de la vida fue producto del choque azaroso de elementos en condiciones ambientales especiales, mi pregunta es: ¿Esos elementos también son producto del choque azaroso de algo más pequeño y elemental infinitamente?.«
  • «¿POR QUE ? A TODA SOSPECHA DE BACTERIA SE TOMA UN URICULTIVO Y AMTIBIOGRAMA ANTES DE RECETAR ANTIBIÓTICOS, LO VIVÍ YO MISMA EN EL SISTEMA PUBLICO, CLARO QUE NO ME TOME LOS ANTIBIÓTICOS HASTA HACERME EL EXAMEN; ADIVINA NO TENÍA NADA«
  • «¿POR QUE SIGUEN TOMANDO MAMOGRAFIAS?«
  • «Que opinan del Panteismo de Spinoza«
  • «Me ha llegado un (sospechoso) email exaltando las cualidades casi milagrosas del cloruro de magnesio, el cual parecería ser la cura para prácticamente todo. ¿Hay alguna base científica para afirmar tal cosa? ¿Es inocuo, peligroso, benéfico o qué? Saludos!«

Vaya preguntas, y ¡Vaya heterogeneidad de temas! Desde religión, teología, filosofía, evolución, bioquímica, medicina… Cada una de esas preguntas es interesante y da para respuestas muy interesantes, pero es a mí a quien me surge una gran pregunta:

¿Porqué nosotros como escépticos “deberíamos” ser expertos en tamaña multitud de temas?

Esa es una pregunta que me ha estado rondando desde un tiempo a esta parte. ¿Por qué el declarar que somos escépticos, o que confiamos en la ciencia y la razón, nos transforma en personas que debiéramos ser capaces de responder tal abanico de temas tan dispersos?

He llegado a la conclusión de que muchas personas simplemente cree que los escépticos somos TODÓLOGOS. Deberíamos tener respuesta para todo, o de lo contrario no seríamos “verdaderos escépticos”. Pero ¿por qué?

Y he aquí que un día, reflexionando de este problema, se me ocurrió una interesante hipótesis: el problema es que demasiada gente no entiende el concepto de la carga de prueba.

Sr. Todólogo, ¡Demuéstremelo!

Cómo uno puede llegar de un escéptico a todólogo: el problema puede yacer en el hecho de que el escepticismo es coloquialmente confundido con “negacionismo”: si uno es escéptico, es porque “no cree en nada”, como una vez nos tildaron en el banner de las pantallas de Megavisión, cuando hicieron un reportaje acerca de la AECH, frase que de todas formas es una caricaturización errada del escepticismo científico.

Entonces, si “no creemos en nada”, pienso que mucha gente considera que la única forma en que tal convicción puede formarse en nuestra cabeza escéptica es porque hemos explorado y estudiado “cada tema” que puede existir, y de cada tema hemos llegado alguna conclusión que nos permite “no creer” en eso. Porque si no hubiéramos hecho tal cosa, en realidad ¡DEBERIAMOS creer en algo!

Pareciera que para mucha gente, su lema es que “hay que creer, mientras no se demuestre lo contrario”. Si no crees, entonces es que conoces la refutación, así que tienes que ser experto también en ese tema…

Pero la realidad del escepticismo es mucho más simple. Descansa sobre el principio de la “carga de prueba”.

El principio de la carga de prueba (onus probandi) postula que quien hace una afirmación es quien debe proveer las pruebas de que su afirmación es cierta. Lo que es más importante: no es responsabilidad de quien escucha una afirmación el demostrar su veracidad, ni es una afirmación “cierta” hasta que quien la escucha “no demuestre” que está equivocada.

Cuando alguien afirma algo pero no aporta pruebas ni evidencia que respalde sus dichos, y exige que sea quien escucha quien “compruebe” lo que él afirma, o peor, afirma que sus declaraciones son ciertas, hasta que quien lo escucha “no demuestre lo contrario”, esa persona está deshonestamente cayendo en una falacia, la inversión de la carga de prueba (o también la prueba diabólica).

Y con esto en mente: ser escéptico no es “no creer” porque hemos demostrado que todo el resto del universo es falso. Somos escépticos porque entendemos el valor racional de la carga de prueba, y por ello esperamos que quienes hacen declaraciones apoyen sus dichos en razones válidas, evidencia y argumentos comprobables.

Como en el mundo moderno, y gracias a Internet, el planeta está plagado de afirmaciones y declaraciones “extraordinarias” (invocando por ejemplo resurrecciones, visitas de seres extraterrestres, seres mitológicos, etc), la evidencia tiene que ser igual de “extraordinaria” para aceptar que tales afirmaciones son ciertas. No basta solamente con reunir testimonios.

¿Y qué pasa si la persona que hace la afirmación falla en cumplir con la carga de prueba? Entonces, aplica la “Navaja de Hitchens”:

«Lo que se afirma sin aportar evidencia, puede ser descartado sin aportar evidencia«.

Con esto, entonces el cuadro que aparece es lejos más simple que el de un todólogo todosapiente: somos escépticos racionales, aceptamos como ciertas muchas afirmaciones, aceptamos todas aquellas cosas que han sido comprobadas y que cuentan con evidencia razonable que las respalde. Pero en todos aquellos temas en que no hay esa evidencia, entonces no hay razones para creer que las afirmaciones que se hacen de ellos sean ciertas; no hasta que haya evidencia suficiente que demuestre que tales afirmaciones y tales temas son ciertos más allá de una duda razonable.

Entonces, ¿Que se puede decir a quienes piensan que somos “Todólogos”? Pues no, no lo somos. Somos personas que intentamos ejercitar nuestra razón, que disfrutamos de investigar diferentes temas, que usamos los recursos de Internet, buscadores, libros, publicaciones científicas y cualquier fuente confiable y comprobable para informarnos de muchos temas y formarnos una opinión, al punto que podríamos y podemos responder preguntas como las que recibimos en nuestra sección de preguntas.

Pero, una nota: los recursos humanos de la AECH para responder preguntas son extremadamente limitados. Todos quienes participamos tenemos estudios, trabajo, familias, responsabilidades, y el tiempo para dar una buena respuesta siempre escasea. Por ello, nosotros elegimos algunas preguntas “Ad Honorem” para responderlas ya sea porque nos parece una pregunta interesante, un tema interesante, o en su momento hemos estudiado de ese tema, y consideramos que vale la pena responderla. Si es una pregunta sosa, tal vez nunca la respondamos. Pero difícilmente podríamos responder toda pregunta posible, pues no somos, ni nunca seremos, todólogos. Nadie lo ha sido, ni nadie lo puede ser, una vida es demasiado corta.

Así que, para el amigo que nos dejó esta pregunta en “Pregúntale a un escéptico”:

  • «¿Como sé que usted responde todas las preguntas y no sólo aquellas que convenientemente están a su alcance?«

La respuesta es: efectivamente respondemos aquellas que están a nuestro alcance porque no tiene ningún sentido siquiera pensar que podemos responder “todas” las preguntas. Porque no somos todólogos. Y porque lo honesto es dar lo que consideramos una buena respuesta a las preguntas que sí están a nuestro alcance. Sería mentir si respondiéramos lo que no sabemos o si afirmáramos que podemos responder todo, con tal de aparentar que lo sabemos todo 😉

Y recuerde: si Ud. encuentra o conoce un todólogo, le recomiendo ser muy escéptico con él; tal vez sabe mucho menos que lo que aparenta