El día domingo 22 de enero debutó el programa En
la ruta al 2012, un nuevo espacio del canal de
televisión Mega, el cual, en su promoción inicial, manifestaba que la ciencia y la mística iban a tener un lugar de interacción en el análisis de teorías sobre el fin del mundo. Esto me llamó enormemente la atención, ya que esta supuesta posibilidad de hacer dialogar a la ciencia con la mística o con profecías apocalípticas (incompatibles de por sí) me puso en alerta de que este nuevo show, en realidad, pretendía validar superchería mística de fin de mundo con palabrería seudocientífica de algunos personajes que ciertamente no pertenecen al mundo científico. Me bastó con ver los primeros minutos para corroborar mi primera impresión ante la falta de criterio y actitud crítica que este canal manifestó en su primer capítulo, sin mostrar ninguna responsabilidad social como medio de comunicación.
Este nuevo espacio es conducido por Carolina Bezamat, periodista que tiempo atrás veíamos en el matinal de la misma estación dando sus primeros pasos en el mundo de lo insólito. Notas sobre fantasmas, fenómenos paranormales varios, y también sobre seudociencias eran su impronta, combinándolas sabiamente al comenzar la mañana con la cara de asombro de los conductores (que no destacan por ser críticos). Éste fue el puntapié inicial de Bezamat como una emergente misterióloga, que hoy debuta con
programa propio demostrando lo rentable que puede ser el negocio de la sin
razón y la desinformación.
Siempre han habido personas que han descubierto que se puede ganar dinero arrogándose el poder de desentrañar lo misterioso y conocer lo oculto. Desde Alejandro de Abonútico, timador que vivió en Grecia en el siglo II, hasta nuestros actuales charlatanes nacionales, el negocio siempre ha sido lucrativo. Nada más rentable que exprimir los miedos de la gente y su capacidad de fascinación ante lo que estos personajes presentan como inexplicable.
Imaginen lo que obtenemos con el apoyo de producción
de un canal que no escatimó en gastos para recorrer el mundo, la amplia
audiencia que otorga la televisión abierta, sumado a un comité editorial que ya
lo quisiera para él Juan Andrés Salfate. Lo que obtenemos es En la ruta al 2012, de Mega.
El programa es derechamente una apología al miedo, la irracionalidad y la ignorancia. Los
científicos aparecieron, como siempre, en segundo plano y limitados de tiempo con el solo fin de a mostrar algo de pluralismo en el espacio, aunque fueran unos pocos segundos de sentido común, no fue posible amortiguar el verdadero mensaje. Pues el fuerte de la producción fue durante todo el tiempo vender la paranoia de un posible desastre junto a canalizadores que se construyen refugios para el fin del mundo y el triple pack del mito 2012: tormentas solares, alineación planetaria y profecías mayas inexistentes, pues en los textos mayas que sobrevivieron a los cristianos no hay una sola palabra sobre el futuro. ¡Y de más está recalcar que estas teorías locas de los vendedores de calamidades han sido refutadas muy ampliamente y mediante artículos públicos que van desde publicaciones de la NASA a los esfuerzos que ha hecho AECH en este blog y en una conferencia!
Por lo tanto, el programa tuvo de todo menos ciencia o análisis crítico de estas seudoexplicaciones que, en manos de suscitadores de misterios, como estos canalizadores y contactados, o los paranoicos constructores de Bunkers, hicieron del programa una verdadera oda al sensacionalismo insensato con un fuerte sesgo editorial cargado al esoterismo, los delirios de orates con dinero y las conspiraciones con tintes apocalípticos que no cuentan con ningún respaldo científico, racional ni de sentido común.
La sistemática exposición a la falsa información que promovió este programa no hizo más que promocionar la alarma y el miedo ante un nuevo fin del mundo, esta vez para este 21 de diciembre del presente año, siendo los más afectados los niños y jóvenes televidentes, la población más vulnerable y sensible al completo descriterio que mostró el canal al emitir este programa en horario apto para menores.
Este problema obedece sencillamente a la política de negocio que impregna el medio televisivo, en el cual se falsea, se miente y se manipula la información para generar rating, sin considerar el daño que producen a los espectadores en su salud mental y emocional, y la falta que se comete al privarnos del derecho a estar informados con información real y decalidad, por lo que están atentando directamente contra los estatutos y convenciones que en la declaración de principios de ANATEL indican, en el título segundo del artículo cuatro, que los canales deben velar por la discusión racional, facilitar el encuentro de ideas y potenciar el debate pluralista en sus espacios.
La televisión como medio de información impacta a la sociedad y debe cautelar su papel en la difusión de ideas y cosmovisiones de mundo, así como cumplir un rol activo de construcción de realidades y de sentido común. Por lo tanto, es su deber y obligación moral presentar la realidad de manera fidedigna, utilizando los hechos y razonando a partir de ellos. El programa En la ruta al 2012 brilló por la falta de ética televisiva, lo cual demuestra falta de escrúpulos de un medio de la TV abierta, lo que resulta mucho más preocupante.
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