Por lo general los que tenemos ideas ateas y escépticas tendemos a ensalzar la ciencia y a desacreditar y de culpar de muchos males de la sociedad a la religión.
Pero aquí me gustaría pararme arriba de la mesa, para cambiar de perspectiva y hacer un alcance el que explicare de la siguiente manera, “Los seres humanos para su funcionamiento crea instituciones, que en su esencia y origen persiguen fines nobles, pero con el tiempo aparece la ambición hacia el poder y la riqueza y se da cuenta que tiene una herramienta para lograr estos propósitos. Esta actitud lo llevara a cometer abusos de poder, y aquí viene algo que lo protege, ya que el resto de la sociedad, invariablemente, termina culpando a la institución de dichos excesos y no a las personas que la administran”.
Cuantas veces hemos escuchado que los políticos son corruptos, los empresarios son explotadores, la ciencia crea armas de destrucción, por culpa de la religión la mujer y los homosexuales son discriminados, etc. En la mayoría de estas afirmaciones hay elementos de verdad, pero el error esta en generalizar. Tengamos en cuenta que las instituciones no se crean solas, salvo que creamos que existe alguna divinidad. Es el hombre quien las crea y las usa como instrumento para obtener sus fines.
Criticamos a la religión por ser homofóbica y machista, pero si analizamos la ciencia, esta no lo hace mejor y también padece de los mismos defectos. A mi modo de ver, ambas (religión y ciencia), por ser creaciones humanas reflejan nuestras formas de ser. Y esto también es aplicable a la política a lo laboral y social.
Por ejemplo y sin llegar a extremos relativistas, si estudiáramos todas las ideas creadas por el ser humano tanto políticas, filosóficas, religiosas, etc., la gran mayoría de ellas o todas, contienen elementos rescatables y que pueden ser aplicados de modo beneficioso a la sociedad en su conjunto, según sean las circunstancias sociales y/o naturales, pero también, cual armas de doble filo, pueden ser utilizadas para sacar provecho personal y para perjudicar y esclavizar a otros. Incluso es más que probable, que nosotros, los que leemos este artículo nos veríamos tentado a actuar de igual manera si nos enfrentáramos a las mismas circunstancias.
A modo de paréntesis, quisiera recordar que si leemos sobre nuestra historia, podremos darnos cuenta que las sociedades actuales se han extendido y consolidado gracias a dos poderosas herramientas, una es el poder militar y el otro la religión, con una se expande gracias a la conquista y se fortalece, la otra le permite transmitir sus ideas y tradiciones. Sin ellas el mundo actual sería muy distinto.
Ahora pasando a la ciencia, para ella los hechos son independientes del observador, lo cual es cierto, pero se puede caer en un error, ya que siempre los hechos deben ser interpretados y aquí el observador si juega un papel ya que quiéralo o no, en su interpretación o el tipo de pregunta que formule, reflejara sus prejuicios e ideas. Por lo tanto no es lo mismo que un investigador(a) se llame Maria, Mohamed, O’Connor o Kumiko. Los hechos no cambian, pero las interpretaciones dependerán de las ideas y de las tradiciones del investigador y/o de los intereses de quien patrocina al investigador.
Para solucionar esto, la ciencia debería buscar, para sacar conclusiones, lo más próximas a la verdad, el tener estudios provenientes de todos los ámbitos y de la mayor diversidad posible, tanto de género como culturales para aumentar la imparcialidad y minimizar los errores.
El ser humano tiene la posibilidad de verse a si mismo, de estudiar y analizar el porque de su comportamiento, por eso debemos cultivar la capacidad de autocrítica, para modificar y mejorar nuestro actuar. Debemos romper los viejos paradigmas, dejar de afirmar que porque siempre se hizo así, debemos continuar haciéndolo de la misma manera.