En una inversión que suele dejar más afectada a la conciencia que al bolsillo, compré la edición de Abril de «El Guardián de la Salud», medio que ya hemos mencionado, y del cual seguirán leyendo en nuestro sitio. Después de leer las cartas – una de ellas tristemente de un futuro padre que intenta convencer a su mujer de no vacunar a su hijo – me encontré con un recuadro destacado, inclusive con un fondo de otro color. El título de esta entrada es el de aquella misiva que comparto con uds:
Esperanza
«Los autodenominados escépticos, quienes se supone están ejerciendo el pensamiento claro en relación a todos los temas, nunca parecen cuestionar la ciencia fraudulenta que está detrás de los fármacos de prescripción. Al final, solo terminan cuestionando ciertos temas seleccionados. La medicación masiva de niños por enfermedades ficticias, como el ‘Trastorno por Déficit de Atención con Hiperactividad’, por ejemplo, no parece molestar a los escépticos, quienes dan la impresión de estar demasiado ocupados echando abajo la homeopatía, la nutrición y la acupuntura, como para darle una mirada honesta y crítica a la ciencia basura que hay tras los fármacos de prescripción.
Por alguna razón, todos los fármacos reciben un visto bueno automático, sin importar lo ridícula que sea la ‘ciencia’ que los sustenta. Mientras que todas las terapias naturales e investigaciones independientes son atacadas como por rutina.
¿Por qué no investigan en forma independiente por sí mismos? ¿Será que no quieren enfrentar las respuestas?».
Hay varios puntos cuestionables en lo expuesto, y para realizarlo con la mayor claridad posible he separado mis preguntas y acercamientos a este tema a través de seis observaciones y un desafío que he dejado para el final:
- ¿A qué se refiere con «ciencia fraudulenta detrás de los fármacos de prescripción»? Esta clase de afirmación sin siquiera una aclaración más bien parece incitarnos a buscar en nuestra memoria algo que probablemente debiésemos conocer. De esta forma, quien afirma se sitúa en una posición de supuesta superioridad en cuanto a información y sortea el problema de tener que explicar nada. Todo queda en manos de quien lee la afirmación, que perfectamente puede resultar del todo vacía.
- ¿Cuál es la evidencia para sancionar al Trastorno por Déficit de Atención como ficticio? Es ciertamente debatible la existencia de un sobrediagnóstico, especialmente no contando con un examen o test que nos asegure con toda certeza que el niño padece TDAH y pudiendo confundirse con otras situaciones/cuadros. Lo mismo sucede, por ejemplo, con la Esquizofrenia. Sin embargo, nada nos tienta a sugerir desestimar todo lo que conocemos al respecto, mucho menos a insinuar que el cuadro es inexistente. No solo sería una muestra de desconocimiento de nuestra parte, sino también una falta de respeto hacia quienes han tenido que lidiar con este trastorno, ya sea en carne propia o a través de un cercano.
- Efectivamente hay «ciencia basura», mala ciencia, y ciencia fraudulenta, como el caso de la correlación entre vacunas y autismo. ¿Por qué nos enfocamos más en las que menciona la carta? Porque ni siquiera son un intento de ciencias. Pretenden un status científico, puesto esto les otorgaría más credibilidad y eficacia demostrable (la pseudociencia siempre intenta adherir a lo que le resulta agradable del mundo científico). Sin embargo, se alejan totalmente de lo que conocemos y aceptamos como ciencia careciendo de rigurosidad. Por eso les llamamos pseudociencias. Correspoden, a lo sumo, a un sistema de creencias, una superstición con bastante publicidad y cuyo desarrollo económico ya comienza a emular a las grandes farmacéuticas que tanto critican. En Canadá, por ejemplo, la homeopatía es un negocio multimillonario, y mucho más rentable que el de las farmacéuticas puesto corresponden básicamente a agua y azúcar.
- No recuerdo que hubiésemos criticado en algún momento la nutrición, quizás la mala nutrición. En nuestro país existe la carrera profesional de Nutrición y Dietética, y los consejos nutrionales de un Licenciado formado durante 5 años no debiesen ser descartados a priori, a menos que comience a perder de vista lo aprendido, como ya ha sucedido antes. Lo curioso del mundo de las medicinas alternativas es que sistemáticamente han tratado de «secuestrar» la buena nutrición como parte de su estrategia de marketing, puesto encaja a la perfección con la filosofía que pretenden vender. No hay nada de «alternativo» en alimentarse apropiadamente, excepto que quienes pretenden abordar estos temas están indudablemente menos calificados.
- La historia de la farmacología moderna no ha estado exenta de errores. Pero una cosa es aceptar que toda empresa humana es perfectible, y una muy distinta es enjuiciar a la mejor que tenemos en el rubro. Los estándares a los que se somete un fármaco antes de su llegada al mercado son difícilmente comparables a los de tratamientos alternativos, tratamientos cuya eficacia confiamos sin evidencia alguna. ¿A cuántos ensayos clínicos se somete un medicamento homeopático, por ejemplo? Y no volvamos a caer en el error de introducir a la homeopatía en el «mundo natural», puesto de natural nada tiene y ya hemos hecho hincapié en ello. La homeopatía es farmacología diluída, diluída hasta la ineficacia de sus principios activos. Tampoco afirmemos con vehemencia que todo lo natural es bueno per se, pues la naturaleza no es tan amable como nos gustaría pensar. Pensemos que las plantas no poseen el beneficio del movimiento que desarrollaron en su historia evolutiva los animales, de manera que muchas de ellas han implementado defensas para suplir aquella carencia, para desuadir a potenciales predadores. Por eso existen la Cicuta o la Belladona. ¿Estamos entonces ante una confusión? Puede que sí, puesto ud. si ha leido el último número del «Guardián», encontrará curioso saber que el artículo de portada «Analgésicos naturales ¡que funcionan!» tiene un «top 5» de los cinco analgésicos más peligrosos. Muy peligrosos puesto son producidos por las multinacionales, y no son naturales, ¿o sí? Salicilatos como la aspirina fueron aislados del sauce blanco, y posteriormente sintetizados en laboratorios. Se utilizaban en la antigüedad por sus propiedades antipiréticas (bajan la fiebre) y de alivio del dolor, tal como hoy. Los opiáceos son alcaloides presentes en el opio, el cual se extrae de las cápsulas de amapola, los AINEs tienen su origen en tratamientos con corteza de sauce, y podría seguir, pero no es mi intención dar clases de historia de la farmacología. Sin embargo, sí es mi intención dejar en claro lo que podemos aprender de estos ejemplos: las medicinas naturales son el origen de la farmacología moderna, son su versión en bruto. Con posterioridad, los químicos, estudiando y preguntándose por qué mejoraban las personas, lograron extraer los principios activos (que son los que generan los efectos en nuestro organismo) de sus fuentes originales, sintetizarlos en laboratorios, y perfeccionarlos. En la actualidad conocemos tanto acerca de cómo actúan estos fármacos y cómo funciona nuestro organismo que somos capaces de predecir que necesitamos para mejorar determinada condición y producirlo en un laboratorio. Es una aplicación de lo que aprendimos en la antigüedad, cuando no teníamos mayores recursos ni conocimientos. De manera que condenar a la farmacología es ciertamente contradictorio e infundado.
- Investigar de forma independiente es lo que hacemos constantemente, pero siempre hemos de tener mucho cuidado con las fuentes que elegimos para informarnos, puesto puede haber una buena intención detrás, pero si quienes exponen no conocen muy bien lo que critican, podríamos poner en riesgo nuestra salud y la de quienes más nos importan.
- El Desafío Escéptico: Para Esperanza (que asumo es quien envió la carta), o para quien sintonice con su modo de ver las cosas, me gustaría no solo invitarlos a exponer su parecer en los comentarios, sino también a asistir a algunos de nuestros Encuentros Escépticos (el primero es este miércoles 6 de Abril) para discutir en mayor profundidad cada punto. De seguro sería un interesante ejercicio para ambos. Es más, si he de encontrarme con evidencia irrefutable de que he subestimado alguna aseveración de las que he comentado aquí, me comprometo a publicar una entrada que de cuenta de ello. El escepticimo es una curva de eterno aprendizaje, y ante suficiente evidencia todo escéptico que se precie de tal agradecería haber adquirido nuevo conocimiento. La invitación está hecha.