Hypatia de Alejandría, la primera mujer astrónoma

por | 20 diciembre, 2010

Hypatia de Alejandría, es mencionada por diversos divulgadores científicos, como Carl Sagan e Isaac Asimov, como una mujer muy importante y que es considerada la primera mujer científica de la historia.
En un tiempo en el que las mujeres no tenían acceso al saber, Hypatia consiguió abrirse camino en la ciencia y llegar a tener un gran reconocimiento público. Para ello tuvo que renunciar al matrimonio y a su faceta más femenina.
Alrededor del año 370 d.C. nació Hypatia en Alejandría. Con el tiempo se convertiría en una mujer brillante y con una gran belleza. Es la primera mujer dedicada a la ciencia cuya vida está bien documentada.
Su vida

Aunque no se cuenta con datos sobre la madre de Hypatia, sí sabemos que su padre fue el filósofo y matemático Teón de Alejandría, quien siempre vigiló muy de cerca su educación. Según registros de la época, éste deseaba que su hija fuera «un ser humano perfecto». Recibió así Hypatia una educación científica muy completa, dedicándose también a un exhaustivo cuidado de su cuerpo. Realizaba todos los días una rutina física que le permitía mantener un cuerpo saludable así como una mente activa. Todo esto contrastaba con la gran mayoría de mujeres de su época, las cuales no podían acceder ni al conocimiento ni a la educación, y se ocupaban sólo a las «tareas femeninas». Pese a su gran belleza, Hypatia rechazó casarse, para poder dedicarse íntegramente a cultivar su mente.
Su padre trabajaba en el Museo, institución fundada por Tolomeo (emperador que sucedió a Alejandro Magno y fundador de la ciudad de Alejandría) y dedicada a la investigación y la enseñanza. Estaba adjunto a la biblioteca de Alejandría, aquel maravilloso faro de la Humanidad que iluminó a Occidente por tanto tiempo, que alguna vez tradujo las escrituras hebreas al griego (así se hayan cometido errores pequeños como traducir doncella por virgen y de allí justificar una historia fantástica).Este Museo tenía mas de cien profesores que vivían allí y muchos más que asistían periódicamente como invitados. Hypatia entró a estudiar con ellos y, aunque viajó a Atenas e Italia para recibir algunos cursos de filosofía, se formó como científica en el propio Museo y formó parte de él hasta su muerte. Incluso llegó a dirigirlo alrededor del año 400. También obtuvo la cátedra de filosofía platónica, por lo que sus amigos le llamaban «la filósofa». Hypatia cultivó varias disciplinas: filosofía, matemáticas, astronomía, música… y durante veinte años se dedicó a enseñar todos estos conocimientos.
Paganismo

De este modo, Hypatia se convirtió en una de las mejores científicas y filósofas de la época. Llegó a simbolizar el conocimiento y la ciencia que los primeros cristianos identificaron con el paganismo. Tal vez por eso era odiada por Cirilo, el obispo cristiano de la ciudad, un pendenciero que le hizo la vida imposible a quienes se le atravesaron por su camino, incluso si también eran cristianos como el patriarca de Constantinopla Nestorio. Cirilo había heredado el cargo de su tío el obispo Teófilo quien ya había ocasionado muchas persecuciones y destrucciones a los templos de religiones no cristianas. De lo poco no cristiano que quedaba en Alejandría, era el templo al dios Serapis que albergaba al Museo con su Biblioteca, y una comunidad judía pujante.
En ese tiempo, Alejandría como muchas ciudades del Mediterráneo habían acogido a los sobrevivientes de la cultura judaica que había sido destruida en su patria natal Jerusalén por el imperialismo salvaje de unos enfrentado al fanatismo religioso de los otros. En esa Alejandría liberal, cosmopolita, de mercados abiertos y tolerancia religiosa, habían triunfado los judíos, y la habían hecho más rica aún. Con todo el derecho del mundo había conservado su religión, con sus virtudes y defectos, a pesar de que una secta surgida en su propio seno, que le robó sus escrituras y las utilizó en su contra, era ahora el poder triunfante en el mundo. A pesar de que el emperador romano ya era de ese nuevo culto, surgido, mas no fundado, por un predicador judío asesinado por Roma y que ahora, irónicamente, «acompañaba en espíritu» las batallas de los romanos contra los judíos.
Esos judíos eran para Cirilo un «problema», «una cuestión», a la que había que encontrarle una «solución definitiva», y entonces decidió predicar el odio contra la comunidad judía de Alejandría, para que fueran expulsados de la urbe, y repetir la mentira mil veces dicha que los judíos habían matado a Dios. El interés de Cirilo era recordarle al mundo que Alejandría era cristiana y sólo cristiana, así como tiempo antes de morir, Juan Pablo II le recuerda a Europa que es «esencialmente cristiana», cristianizando Auschwitz, Kosovo, Yugoslavia, Andalucía. Como cuando Pío XII esperaba que la campaña alemana en Rusia, devolviera al cristianismo católico a la comunista y ortodoxa patria de Tolstoi y Dostoievski.
Cirilo se aprovechó de uno de los mayores males de la cultura helenística y que finalmente forjó su caída: la abominable esclavitud. Bajo la consigna de hacer a todos los hombres libres, en un hipotético y utópico paraíso. Quimeras y más quimeras. Así mismo, el cristianismo («la religión de la paz que no ha llevado la paz a ninguna parte», Deschner), prometía libertad a esos esclavos, en una utópica sociedad cristiana… en el cielo.
Hypatia no se mantuvo indiferente ante la injusticia que se cernía sobre un pueblo, que desde ya era el chivo expiatorio de todos los males del mundo, una nación sin tierra que no tenía a dónde volver y que enriquecía a Alejandría con su negocios y su cultura. Por eso, protestó.
Y como consecuencia, ahora los sermones de Cirilo se dirigieron contra esta mujer. Un día mientras Cirilo seguramente rezaba, sus seguidores interceptaron el carruaje en que se dirigía Hypatia hacia su trabajo en la Biblioteca. La violentaron, le despojaron de sus vestiduras y con ostras la despellejaron viva. Fue linchada y humillada. Según Sócrates Escolástico: «La arrancaron de su carruaje, la dejaron totalmente desnuda; le tasajearon la piel y las carnes con caracoles afilados, hasta que el aliento dejó su cuerpo…»
Cirilo se lavaba las manos como Poncio Pilatos y disfrutaba del camino que «la voluntad de Dios» le había despejado. Su otro enemigo, Nestorio, fue desterrado a los confines del Imperio, logró en el Concilio de Efeso, imponer a punta de sobornos el Dogma de María como Madre de Dios, definitivamente parecía que ese Dios estaba de su lado. Para elevar su gloriosa vida, años más tarde después de muerto fue canonizado por la Santa Iglesia Católica, mientras Hypatia y Nestorio eran olvidados.
¿Cómo el sufrimiento de una persona (Jesús) en otro siglo en otro tiempo, puede justificar el asesinato atroz de aquella (Hypatia) que en consistencia ética era más cercana a lo que el primero predicaba (Jesús), que a quienes decían ser sus vicarios (Cirilo)?
Estos fueron los cimientos de un periodo que nacería tiempo después, el Oscurantismo, cuando la religión cristiana tuvo el control total de la sociedad, cuando se frenó el conocimiento, creando el mito que la ciencia y el conocimiento eran una amenaza, que solo la fe podía liberar al ser humano y llevarnos a la verdad. Idea que de alguna manera aun perdura.
Legado científico

Aunque todos sus escritos se han perdido, existen numerosas referencias a ellos. Su trabajo más extenso fue en álgebra. Escribió un comentario sobre la Aritmética de Diofanto (considerado como el padre del álgebra) en el que incluía soluciones alternativas y nuevos problemas. También escribió, en ocho libros, un tratado sobre la Geometría de las Cónicas de Apolonio (a quien se deben los epiciclos y deferentes para explicar las órbitas irregulares de los planetas). Colaboró con su padre en la revisión, mejora y edición de los Elementos de la Geometría de Euclides, cuya edición es la que aún se emplea en nuestros días, escribiendo un tratado sobre el mismo.
Escribió un Canon de Astronomía, dedicándose además a realizar la revisión de las Tablas Astronómicas de Claudio Tolomeo, conocidas por su inclusión en el Canon Astronómico de Hesiquio. También cartografió diversos cuerpos celestes, confeccionando un planisferio.
Además de la filosofía, matemáticas y astronomía, se interesó por la mecánica y las tecnologías prácticas. En las Cartas de Sinesio están incluidos sus diseños para varios instrumentos, incluyendo un astrolabio plano, que nos sirve para medir la posición de las estrellas, los planetas y el Sol. También desarrolló un aparato para la destilación del agua, así como un hidroscopio para medir la presencia y el nivel del agua, y un hidrómetro graduado de latón para determinar el peso específico de los líquidos. Por último, se la supone inventora del aerómetro, instrumento que se usa para medir las propiedades físicas del aire u otros gases.