El “milagro” del rescate de los 33 mineros

por | 12 octubre, 2010

Por Lulú

En estos días en que todo el país espera el rescate de los 33 mineros atrapados, quiero aprovechar de exponer algunas reflexiones al respecto que pueden ayudar a difundir el pensamiento crítico.

En primer lugar, debemos preguntarnos por qué se llegó a esta lamentable tragedia. Todos concordaremos en que se debe a una negligencia inaceptable. Una negligencia perfectamente rastreable entre los registros de instituciones humanas y que, incluso, puede llevar a la cárcel a los responsables. Es decir, podemos conocer, si lo investigamos, la sucesión y suma de desafortunadas decisiones que desencadenaron la situación que todos ya conocemos y que me niego a llamar accidente. No quiero llamarla accidente porque si los encargados de la mina no cumplen con las normas de seguridad y los fiscalizadores no fiscalizan, es altamente probable que se produzca justamente lo que estamos presenciando.

Entonces, se ha constatado que hubo una cadena de acciones de personas que hicieron posible la tragedia. Una serie de irresponsabilidades que desencadenaron y que desencadenan día a día en accidentes laborales. Si lo pensamos, esto se pudo evitar con un buen plan de prevención de riesgos y con un ente fiscalizador que funcionara. Nosotros, como seres pensantes, somos responsables de la manera en que nos enfrentamos al mundo natural. Si vamos a excavar hasta los 700 metros de profundidad debemos hacerlo previendo los riesgos.

He aquí que detecto el primer razonamiento erróneo e indigno de personas que se respeten: Se manda a 33 seres humanos al fondo de una mina insegura apelando a la suerte, o peor aún, apelando a que un accidentado o un muerto no será gran cosa y que pronto se olvidará. En resumen, parece que los encargados de pensar en el proceso de extracción del mineral no siguen un razonamiento adecuado, si no que, a la luz de los hechos, tienen sólo la indolente idea de conseguir el resultado final. Pero, por muy descriteriado que sea un empresario o un funcionario público, debería siempre preveer que sus acciones u omisiones pueden desembocar en problemas mayores, aunque sea por simple egoísmo.

En fin, una vez producido el “accidente”, nos vemos enfrentados a horrores lógicos aún peores, que me hacen pensar que todavía somos una especie lamentable: Estando ya estos hombres enterrados vivos por un error humano todos esperan un milagro.

La definición de milagro según la RAE es:

Hecho no explicable por las leyes naturales y que se atribuye a intervención sobrenatural de origen divino.”

En otras palabras, una vez que el daño ya está hecho por nuestra propia mano (y de acuerdo a lo que es esperable que suceda en el mundo natural) apelamos a un ente extranatural para que arregle lo que hemos provocado.

¿No les parece patético que cuando fallamos en nuestra manipulación de la naturaleza volvamos nuestra mirada a un supuesto dios para que detenga las leyes del juego y mueva esa roca?

¿No les parece que un sacerdote invocando al cielo es demasiado parecido a un chamán que ruega por lluvia con una danza? Es a todas luces un arcaísmo que ha logrado sobrevivir hasta nuestros días gracias a la impotencia que sentimos cuando no podemos controlar nuestro medio ambiente.

De todas formas, no somos tan lamentables, ya que siempre hay un grupo de gente dedicada a afrontar el mundo material de acuerdo a sus leyes, creando la tecnología para solucionar estos problemas. Afortunadamente, hay alguien que se dedica a lo importante, que es ENFRENTARSE DE MANERA CORRECTA A LA NATURALEZA.

Lo que quiero decir con esto, es que no importa cuánta gente se reúna a pedir a una divinidad su intervención, siempre el resultado dependerá de qué tan exitosa sea la tecnología disponible. Hace 50 años estos pobres mineros hubieran quedado atrapados y hoy estaríamos sacando sus osamentas con nuestras perforadoras nuevas. ¿Eso quiere decir que Dios se adapta a nuestros avances tecnológicos? ¿Será Dios un ser que se entretiene viendo nuestros penosos avances técnicos? ¿En los países subdesarrollados (donde hay menos avances tecnológicos) hay menos milagros que en los desarrollados? ¿Por qué Dios se abstuvo de salvar al resto de los mineros de los numerosos otros accidentes de los que se ha tenido noticia?

Ahora bien, muchos dicen que el verdadero milagro es que estén los 33 vivos luego del derrumbe. Y yo pienso ¡Qué milagro más miserable! El verdadero milagro sería que hubieran aparecido (como escuché por ahí) en sus casas tomando desayuno. Que estén los 33 vivos también es un hecho probable en la naturaleza y que se produjo por una serie de eventos naturales. Por cierto, no tiene nada que ver con que 33 sea ¡La edad de Jesús!

Para mi es penoso ver las demostraciones de irracionalidad de la gente en el campamento. Ver el desfile de figuras de yeso, de sacerdotes adjudicando a su deidad la autoría. Pero me alegra el hecho de que mientras los representantes de Dios hacen sus inútiles rogativas, hay unas máquinas y unos cerebros dedicados a solucionar el problema real.

Volvamos a la definición de milagro de más arriba:

Hecho no explicable por las leyes naturales y que se atribuye a intervención sobrenatural de origen divino.”

Si nos permitimos una mínima honestidad intelectual, debemos admitir que no hay nada en la historia de los 33 mineros atrapados que no se pueda explicar por la observación de la realidad. Incluso la sobrevivencia de los mineros los días en que estuvieron aislados se explica por el funcionamiento del cuerpo humano y por la organización de la que somos capaces cuando hay cooperación grupal y liderazgo (somos primates sociales).

No existe en esta historia ningún milagro, ya que no ha habido la intervención de ningún ente extranatural, sólo los efectos de tratar de cierto modo al medio que nos rodea: primero equivocadamente con consecuencias terribles y luego con la voluntad y los medios para revertirlo. En nosotros está el poder de hacer estupideces o de actuar con criterio.

Por eso, cuando finalmente los saquen y veamos a todo el mundo, y hasta al propio Presidente de la República dando gracias a Dios una y otra vez yo miraré al fondo de la escena donde están los verdaderos gestores del “milagro” compartiendo honores con la nada.

Lulú