Los escépticos basan sus creencias en evidencias y esperan que quienes hagan afirmaciones extraordinarias den pruebas extraordinarias. Seguramente, los escépticos chilenos esperaban algo por el estilo cuando Armando Valdés Garrido (el Cabo Valdés, como es conocido mundialmente) dijo el 25 de abril de 1977 que había sido abducido por extraterrestres y las pruebas nunca llegaron. Al principio no dijo exactamente eso —no «recordaba» lo que le había sucedido—, pero con el tiempo, las «regresiones hipnóticas» y las entrevistas lo recordó todo. Se supone que alrededor de las 4 de la mañana, una patrulla militar que realizaba labores de vigilancia al mando de este cabo observó que una «luz» muy potente bajaba desde las sombrías alturas de Pampa Lluscuma, en pleno altiplano chileno. Inmediatamente después, el cabo se aproximó a esta luz y, ante la mirada atónita de algunos militares, «desapareció». Su ausencia duró 15 minutos, para luego retornar en trance y emitiendo extrañas palabras, muy difíciles de entender. Desde este momento, comienza la historia del caso chileno más conocido en la historia de la ufología mundial.
Al principio, el Cabo Valdés no recordaba lo que le había ocurrido, pero a medida que se hizo más popular su historia más recordaba. Ya en 1999 —22 años después de lo acontecido—, en el programa de televisión De Pé a Pá, decía: «Siento una risa tipo burla. Lo que yo quiero dar a entender que en esa cosa que yo tenía enfrente, tenía una inteligencia sub humana. Una inteligencia no humana, de otra parte, extraterrestre».
Lo más notable de todo no es que la prueba de su «abducción» siempre haya sido su propio testimonio —siempre las pruebas de los abducidos son sus propios testimonios—, sino que lo que realmente es notable es que la gente le haya creído, que se haya hecho tan popular y que los medios de comunicación lo hayan difundido sin ningún análisis crítico. Lo mínimo que deberían que hacer los medios, ahora, es rectificar masivamente la tremenda equivocación que cometieron y, ojalá, con el mismo “ruido” con que lo difundieron. Y digo esto porque a pesar de que el Cabo Valdés dijo que todo era mentira en el año 2008, en la revista Más Allá nº 234 (páginas 64, 65, 66 y 67), los medios de comunicación chilenos todavía no dicen nada. No creo que disminuyan los cientos de páginas webs que siguen tratando este caso como que «podría» haber ocurrido, pero deberían hacerlo de todas formas.
Lamentablemente y a pesar de lo vivido, el Cabo Valdés nunca entendió lo fácil que puede ser engañar a las personas y lo útil que es el escepticismo para no creer en esos engaños: años después del acontecimiento que inventó se unió a una iglesia evangélica. Ahora, podemos encontrarnos con afirmaciones suyas tan o más irracionales que la que lo hizo famoso: «Satanás sólo tiene la facultad de ver el pasado, pero no el presente. Una teoría es que lo visto esa noche fue la acción de Satanás, para que yo me dedique a contar el cuento por el mundo. Me haga famoso, me llene de dinero y haga creer a la gente que esta fue una experiencia real de extraterrestres. Lo que Satanás no sabía era que el amor de Dios me iba a cautivar y que no le seguiría el juego».
A continuación, dejo un fragmento del programa de televisión De Pé a Pá del año 1999, donde queda en evidencia la desfachatez del Cabo Valdés y lo lamentable que puede llegar a ser la televisión (el video me dio vergüenza ajena, más aún cuando el Cabo Valdés destaca lo «escéptico» que fue en una ocasión):
Primera parte:
Segunda parte:
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