Este lunes 15 de abril de 2013, el canal chileno Chilevisión difundió la noticia de cómo un matrimonio de ateos de la ciudad de Batuco (Claudio Sánchez, conocido como el “ateo de Batuco” por aparecer en los medios, por ejemplo por “predicar” el ateísmo imitando a los evangélicos) ha estado reclamando por largo tiempo por los ruidos molestos que varias congregaciones evangélicas realizan todos los domingos al instalar un sistema de amplificación para difundir sus cultos y prédicas a un volumen altísimo en la Plaza de Armas de Batuco.
Pero la noticia no es solo su reclamo. En esta ocasión, Claudio Sánchez contactó a Chilevisión, quien envió a periodistas y camarógrafos, y lo que supuestamente iba a ser un reportaje de los ruidos molestos terminó siendo un “reality” de agresiones, violencia e intolerancia. Para entender algo del contexto de toda el “confuso incidente”, hay que ver el video, publicado en línea por Chilevisión:
Al margen del análisis pugilístico de quién inició, terminó o ganó la trifulca, hay cosas que, al ver el video, me dejan helado, apenado e indignado. Como ateo y librepensador hay cosas que me parecen muy, pero muy mal, y van más allá del problema de los pugilatos mostrados en el video.
Como aclaración: en el video ambos bandos están discutiendo acaloradamente, y definir quien empieza la violencia propiamente tal es discutible. Al calor de la discusión y la adrenalina, es fácil perder la cabeza. Pero ese detalle no es el problema que veo. Lo indignante va por otro lado.
Actualización (18/04/2013): Claudio Sánchez, el «ateo de Batuco», nos hizo llegar este video donde el muestra escenas no mostradas en el reportaje de Chilevisión, donde él hace sus descargos. Cada uno puede verlo y sacar sus propias conclusiones.
Tolerancia y derechos
Lo primero es que el reclamo de Claudio Sánchez, el ateo de Batuco, lo considero justo y es una pena que el panel noticioso simplemente ignora el elefante en la habitación respecto del derecho de las personas a vivir su vida en sus hogares tranquilos, sin una fuente de altos decibeles cada día domingo.
El problema de partida es que los ruidos intensos son molestos, dañinos para la salud, y un atropello de los derechos de toda la comunidad afectada. Da lo mismo si quien coloca altavoces a todo volumen lo hace para leer la Biblia, el Libro Mormón, el Corán, “El mundo y sus demonios”, “El espejismo de dios”, la constitución chilena o los cuentos de Hans Christian Andersen. El problema es de decibeles, no de contenido. En cualquiera de esos casos, lo correcto es que quien quiera difundir el mensaje que quiera a alto volumen, debe detenerse de molestar a su comunidad con un mensaje no solicitado. Punto.
Lo segundo: la constitución chilena consagra la libertad de culto (desde la constitución de 1925) y la libertad de reunión. Cualquiera que quiera seguir la creencia o religión que prefiera es libre de reunirse y realizar las actividades propias de su religión. Si los evangélicos quieren reunirse en una plaza en el momento que quieran, están en su derecho y nadie debería impedir que eso ocurra ni reclamar por ese hecho. Y si los ateos quieren reunirse en una plaza o en el lugar que sea (por ejemplo, organizar un asado), nadie debería impedir que eso ocurra ni reclamar por ese hecho. Y es que el ateo de Batuco no reclama porque se reúnan sino que por los decibeles.
Lo tercero: como libre pensador, creo absolutamente en la libertad de expresión, pero la libertad de expresión no implica que quien quiera expresarse pueda hacerlo en lugares y modos que interrumpan los derechos de otro. Por ello, si un ateo entrara con un megáfono en plena “misa de 12” de la Catedral que sea a decir que “dios no existe”, interrumpiendo el derecho de los creyentes a realizar sus actividades sin interrupciones, yo sería el primero en condenar ese hecho y decir que ese ateo es un estúpido y que vulnera el derecho de reunión de los creyentes.
Pero por lo mismo, si alguien quiere difundir sus ideas, el lugar y el modo de ejercer su derecho a la libertad de expresión tienen que producirse sin interferir los derechos de otros. Y colocar el volumen alto en medio de un espacio abierto público, incomodando a toda la comunidad circundante no es libertad de expresión, sino un atropello del derecho de la comunidad de vivir un día tranquilo sin ruidos molestos.
Lo cuarto: es una pena que haya una distorsión cultural del derecho a expresarse y la tolerancia. Es horroroso que tanto el panel como los miembros del panel de televisión argumenten que el problema es que alguien quiera “provocar” por el hecho de usar una camiseta con cualquier mensaje y que ESO sea el problema.
Esa lógica no sólo es una contradicción flagrante de la tolerancia: se debe tolerar al otro a pesar de que discrepe de mis ideas y no las comparta, y el otro tiene todo el derecho de hacerlo y de manifestarlo en la manera que le parezca y, el que lo haga, aunque a mí me provoque molestia, no es una justificación para actuar violentamente, violentar al otro y violentar sus derechos.
La lógica de “es culpa del otro porque me provoca” es fallida en todos los niveles: ¿Deberíamos entonces encogernos de hombros ante los pederastas (religiosos y civiles) porque “los niños los provocan”? ¿Deberíamos encogernos de hombros ante los violadores sexuales de mujeres porque una mujer atractiva use ropa liviana? ¿Deberíamos simplemente exculpar a los xenófobos y racistas por el hecho de golpear o asesinar a homosexuales, inmigrantes o a cualquiera diferente porque su sola presencia y existencia los “provoca”? ¿Deberíamos pensar que es correcto que una persona que use una camiseta de un equipo de fútbol pueda ser insultada, atacada, herida o asesinada por tener la mala idea de caminar o cruzar (aunque sea a propósito) por una zona donde haya un grupo grande de hinchas de otro equipo?
A todas esas preguntas retóricas, mi opinión es que la respuesta es un ¡ROTUNDO NO! No importa cómo alguien se manifieste, ni cuánto le irrite el mensaje o la idea a quienes no la compartan, ni importa cuánta animadversión eso le “provoque” a quienes no comparten alguna idea: eso no otorga NINGÚN derecho a violentar al otro, sin importar de qué lado alguien este parado.
Y por último: es deplorable que los panelistas sean tan ignorantes del tema y profieran comentarios tan penosos. En especial la “jueza” de Chilevisión, Carmen Gloria Arroyo, quien en desde el minuto 13:55 del video indica que:
“yo creo que en este caso […] aquí lo que hay es una provo-, una especie de provocación de y los otros también reaccionan en forma indebida. Porque, si están los evangélicos predicando en la plaza de armas, y vienen estos señores ateos vestidos con una polera que los identifica a pasearse por alrededor, provocan que estos señores le griten alguna tontera […] y el [ateo] reacciona”.
Señora jueza, ése es su problema cultural: no importa que alguien use una polera del tipo y mensaje que sea y que se pasee en la vía pública en presencia de quien sea. Nada de eso justifica que un grupo grite “tonteras”, insulte o agreda, y no endosa en la víctima de la agresión la culpa de ser agredido.
Luego, en el minuto 18:50, Carmen Gloria Arroyo agrega:
“[…] a mí me cuesta entenderlo, sobre todo por lo que dice Nachito [otro conductor], esto de los ateos, porque se supone justamente que los ateos… yo no había visto nunca a los ateos organizados como grupo, esto… se supone que ellos son escépticos, que no creen en nada. Entonces, ¿qué andan defendiendo? ¿El no creer en nada? Es como rara la situación…”.
La señora jueza, al parecer, no entiende que ser ateo no significa no creer “en nada”; un ateo puede creer en muchas cosas, racionales e irracionales, pero no cree en la existencia de dioses. Punto. Y el ser escéptico tampoco significa creer en nada, como en nuestro sitio lo hemos manifestado más de una vez. Y lo que crea o no crea, en última instancia, no invalida el hecho que, ateo o no, Claudio Sánchez tiene todo el derecho de manifestarse en la forma que prefiera, usando las poleras o pancartas que prefiera y en presencia de quien sea, sin que por eso se justifique que lo agredan, y su reclamo es por el volumen alto de una prédica religiosa; si Ud. fuera capaz de entender eso, suponiéndole una persona educada, con un puesto relevante en un medio de comunicación masivo que “crea” consciencia, me haría confiar más en su labor.
Como AECH, lo que nos queda es contribuir a la educación en la manera que podamos para que este tipo de comportamientos inapropiados, irracionales y agresivos de cualquier grupo sean entendidos como intolerables e injustificables. Rechazamos que quien sea se sienta con el derecho de agredir a otro porque piense diferente, use una camiseta con un mensaje que no acepte o se exprese en contrario, y que quien piensa diferente no pueda disfrutar de circular libremente por cualquier lugar, esté o no un grupo ahí presente en cualquier actividad, sin ser agredido.
La tolerancia no tolera la agresión. La intolerancia no es tolerable en una sociedad moderna.