Hace unos días CBC en Canadá destinó uno de los episodios de su programa Marketplace a una de nuestras pseudociencias ‘favoritas’: la homeopatía. El programa usa como slogan el pretencioso título de ser ‘el perro guardián del consumidor en Canadá’, por lo cual podría resultar natural albergar aunque fuese un atisbo de esperanza para el episodio titulado ‘Homeopatía: cura o estafa’. Por lo general, desafortunadamente las incursiones periodísticas en el terreno de la Medicina pseudocientífica resultan desastrosas, malinformadas y carentes de rigor. Algo que por cierto no me extrañaba entre profesionales cuya área de expertise no es la mía. Sin embargo, este excelente programa demuestra que se puede hacer periodismo de buena calidad sin tragarse las ridículas aseveraciones de los homeópatas y sin caer en el cliché de ‘contar ambos lados de la historia’. No es bueno malinterpretar esta aseveración. Cuando digo no contar ambos lados me refiero a no caer en el sesgo de hacerlos equivalentes por el solo hecho de ser políticamente correcto. En este caso, no existen dos lados o posibles respuestas.
El programa empieza de la mejor forma con la periodista (Erica Johnson) reuniéndose con miembros del Center For Inquiry (CFI) que pretenden realizar una ‘sobredosis homeópatica‘ con píldoras para dormir.
Como es evidente, no lucen preocupados, y Erica promete volver más tarde para ver como siguen.
La siguiente parada nos lleva con el Dr. Stephen Sager, oncólogo, quien ‘está abierto a la medicina alternativa, pero no a la homeopatía’ (peor es nada dicen). El especialista afirma:
‘Realmente no hay evidencia de ensayos clínicos con estos medicamentos que hayan mostrado que posean algún efecto’.
Más adelante observamos el testimonio de una madre que usa este placebo hace 14 años, no solo con ella sino con su hijo, más algunos datos curiosos acerca de la penetrancia que ha logrado este circo de desgracia científica. Todo aquello para contrastarlo con la realidad de como se preparan estos ‘medicamentos’ y las múltiples diluciones que llevan a estos preparados a convertirse en mera agua. La forma en que se explica el absurdo y las analogías utilizadas les traerán recuerdo del documental Enemies of Reason a quienes hayan tenido fortuna de verlo. Johnson no es Dawkins, pero logra explicar su punto de forma apropiada.
La razón nos indica que una gota en un océano no ha dejado molécula alguna en la dilución, pero Johnson hace bien su trabajo al pretender demostrarlo científicamente. Para ello, se ha dirigido a la Universidad de Toronto donde un químico analiza las muestras de 2 productos homeopáticos bastante populares: Belladona e Ipeca, ambos en la usual dilución de 30C. El químico señala que el producto está ‘bajo el nivel en que se puede medir con precisión’, y que es ‘groseramente equivalente a 5 mil millones de veces menos de la cantidad de compuesto activo encontrado en un comprimido de aspirina’. A continuación el profesional nos confirma lo que ya hemos señalado hasta el cansancio, estos preparados, si contienen algo, es compuestos como sacarosa y lactosa (disacáridos), es decir, son píldoras de agua con azúcares. ¿La joya? (sí, hay más). Ambos medicamentos – que por supuesto se venden por separado y para distinto tipo de molestia – son indistinguibles. Claramente, píldoras de azúcar con distinto nombre.
Cuando la ‘aventura’ nos lleva con la manager de Boiron (sí, aquella firma que nos certifica como homeópatas, yay!) lo que señala tiene el descaro y el surrealismo clásico del hechicero, merece cita:
‘Quizás la ciencia no se ha desarrollado hasta el punto de entregarnos el equipo y la tecnología que nos permita detectar estas tan diluidas sustancias’
Al ser cuestionada por Johnson acerca de lo inverosímil que resulta el posible efecto de estas increíbles diluciones las frases para el bronce no dejan de sorprender al más curtido escéptico:
‘La homeopatía es un poco como un misterio, pero sabemos que funciona’
Solo para quien aún no lo tenga claro: no es posible que exista molécula alguna de principio activo en estos medicamentos y no, no sabemos que funciona, no hay evidencia ni lógica que lo respalde.
El inofensivo placebo deja de serlo cuando te das cuenta que la pseudociencia es siempre arrogante y pretenciosa. No le basta con ‘curar’ jaquecas o dolores lumbares, también alega ser profiláctico para tos ferina, sarampión y poliomielitis. En este punto es que el lector debiese ser capaz de ver el potencial peligro ante una posible adopción aún más masiva de esta práctica. Las epidemias de enfermedades controladas hace años por la Medicina científica volverían (eso ya está ocurriendo) echando por tierra mucho trabajo y seria investigación. La madre de la cual hablábamos al inicio de esta entrada ‘protegió’ a su hijo con vacunas homeopáticas, ella cree que está a salvo, y que está en su derecho de elegir lo que es mejor. Quizás sea tema de controversia, pero la intuición me inclina a pensar que la ‘libertad’ de la madre debiese terminar cuando pone en serio peligro la salud de sus hijos, consciente o no de ello.
Cuando afirmo que la pseudociencia es arrogante y pretenciosa no solo me refiero a las vacunas homeopáticas. La homeopatía también ‘cura’ el cáncer de mama (entre otros). ¡Sí, cáncer! Al menos eso afirma uno de sus practicantes tras una llamada telefónica: ‘eso es exacto para lo cual las medicinas funcionan puesto estimulan el sistema inmune’. Las increíbles propiedades no tienen límites. ¿Cómo es que nadie se gana el Nobel de Fisiología y Medicina por esto? Una cura para cáncer en 15 días lo merecería (?). Pero claro, estas aseveraciones podría hacerlas algún homeópata delirante y ansioso por lucrar con las esperanzas de quienes creen podrían estar cerca de la muerte. Sin embargo, en el Homeopathic Medical Council of Canada, Ranvir Shanda (su presidente) confirma lo anterior señalando que siendo un cáncer en estado I o II podría remitir tras este tratamiento, y que él ha curado todo tipo de cánceres, como cáncer de próstata, por ejemplo.
Hacia el final del episodio Johnson lleva una muy buena idea a Boiron: que los productos lleven un disclaimer que señale su carencia de principio activo. Su idea es obviamente rechazada, pero perfectamente podría intentarse aquí en la forma de una petición formal o campaña mediática. Después de todo, los ‘medicamentos’ homeopáticos carecen de lo que dicen contener, ello es publicidad engañosa de la que muchos no están al tanto, y si esto fuese certificado por un laboratorio local competente, podría ser causal de algún tipo de acción cuya respuesta sea más positiva que la hasta el momento recibida.