La lista de charlatanes nacionales se plaga de personajes de todo tipo, que hablan sobre hechos que van desde lo religioso a lo paranormal. Es una lista de personajes que abarca una larga gama de “conocimientos” y personalidades. Pero pocos de ellos son tan notorios y populares como nuestro querido Juan Andrés Salfate, quien nos da cátedra respecto a todas las teorías de conspiraciones que nos rodean, desde nuestra inminente esclavitud o extinción por parte de los Annunakis, hasta el hecho de que el terremoto del año pasado fue causado por culpa de un experimento realizado en Alaska por el gobierno de EE.UU..
Hay teorías de la conspiración para todos los gustos: desde la hija perdida de Jesús Cristo y María Magdalena, cuya descendencia sigue hasta nuestros días (no es sólo la novela de Dan Brown, hay gente que en verdad lo cree) hasta los planes de formación de un gobierno mundial autoritario por parte de un grupo de ricos y poderosos. Elije el que quieras y empieza a echarle la culpa a los judíos de todos los males del planeta. Claro, porque éstos últimos, junto al gobierno de EE.UU., son la perla de toda teoría conspiratoria que se respete.
Conspiraciones reales
¿Pero existen las conspiraciones? Desde luego que sí. Cuando ese amigo tuyo se queda dormido borracho y le dibujas todo tipo de símbolos fálicos en su rostro y le dices a todos que lo traten con normalidad, hasta que él mismo se de cuenta de lo que ocurre cuando se mire al espejo, ¡eso es una conspiración! Claro que es estúpida y sin sentido, pero el hecho es que todos los presentes conspiran para mantener un secreto y lograr un objetivo final, que es avergonzar y ridicularizar al compañero.
Las conspiraciones pueden ser minúsculas como la anterior o pueden ser un poco más serias como es el caso de una isla que me tocó visitar en Brasil en la cual todos los dueños de los locales entraron en un pacto secreto para vender recuerdos, comida y paseos al mismo precio exhorbitante, lo que los hace caer en la práctica de cartel, que es penada por la ley. Ésta es seria, pero no llega a niveles gravísimos como fue el caso de la colusión de las farmacias que vimos aquí en Chile o el caso Watergate que derrocó al presidente Nixon en los años 70.
Lógica conspiratoria
Claro que ninguna de las anteriores es tan glamorosa como la idea de que “si alguien vio un objeto desconocido en el cielo, éste TIENE que pertenecer a una especie extraterrestre. Y está sobre sobre una base militar. POR LO TANTO, la ÚNICA explicación posible es que el gobierno de EE.UU., junto a la hermandad judía y el alto comando de los alienígenas, han armado un complot para colonizarnos el año 2012.
Miles de personas desaparecen al año y nunca son encontradas y eso es porque, para sus experimentos con sondas anales, los extraterrestres abducen mendigos y niños pobres porque nadie los echa de menos. Y lo peor de todo es que la estrategia comunicacional de los poderes fácticos es siempre negarlo todo, asesinar a los que saben demasiado y ridicularizar a aquellos que intentan revelar cualquier detalle de este maligno plan maestro. Las evidencias están por todos lados y son irrefutables”.
La anterior no es ninguna teoría en particular, sino una burda invención de mi parte y un intento de demonstración sobre como funciona el razonamiento de estos personajes, uniendo hechos sin conexión y entregándole significados sin fundamento a hechos aleatorios, para así dar lugar a una teoría “sólida”, que abarque las ideas previas del conspirador.
Claro que no todas estas confabulaciones son así de ridículas. De hecho, algunas suenan bastante creíbles y es difícil contradecirlas, pero esto no les entrega mayor veracidad.
Descartando lo improbable
La lista de las teorías de conspiraciones existentes es demasiado extensa como para conocerlas o creerlas todas – sin contar lo absurdas y contradictorias que son la gran mayoría de éstas. Para saber, con toda seguridad, si una teoría es verdadera o no, hay que investigarla a fondo y llegar a la conclusión final.
Pero en el mundo real, ¿quién tiene tiempo, medios, ganas y criterio para investigarlas todas seriamente? Ciertamente, yo no. Por lo tanto, ¿cómo puedo descartar a las menos probables para así darle mayor atención a las que pueden ser reales?
No es una tarea simple ni exacta, pero Michael Shermer – editor de la revista “Skeptic” y una personalidad muy respetada en la comunidad escéptica – ha confeccionado una lista de factores que nos pueden ayudar a descartar algunas teorías antes de ahondar mayormente en el tema.
Si alguna teoría choca con uno o más puntos en esta lista, según Shermer, las probabilidades de que sea verdadera disminuye bastante. No la descarta del todo, desde luego, pero sí son un llamado de atención para no perder el tiempo con ellas. Tal como dice el propio Shermer, “ocasionalmente, conspiraciones reales sí ocurren. Por lo tanto, debemos buscar señales que nos indiquen posibles argumentos falsos en la teoría conspiratoria”.
La lista de señales a las cuales debemos estar pendientes es la siguiente:
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La comprobación de la conspiración supuestamente surge a partir de un patrón de “conectar los hechos” entre eventos no relacionados causalmente. Cuando no existen evidencias que corroboren tales conexiones, a no ser la propia acusación de conspiración, o cuando la evidencia también encaja perfectamente en otras conexiones causales – en la aletorialidad – la teoría conspiratoria tiene grandes riesgos de ser falsa.
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Los agentes tras el esquema conspiratorio necesitarían poderes casi sobrehumanos para ejecutarlo. Las personas, generalmente, no son tan poderosas como solemos creer.
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La conspiración es compleja y, para ser exitosa, demanda una gran cantidad de elementos.
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De la misma forma, la conspiración involucra un gran número de personas que necesitan mantener silencio sobre su funcionamiento. Cuantas más personas se incluyan, menos realista se hace ésta.
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La conspiración incluye una enorme ganancia por el control de un país o sistema político o económico. Si se sugiere dominación mundial, la teoría presenta aun menos probabilidades de ser verdadera.
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La teoría conspiratoria parte de pequeños eventos, que podrían ser reales, y se traslada hacia fenómenos mucho más grandes y menos probables.
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La teoría conspiratoria atribuye significados presagiosos y siniestros a eventos con grandes probabilidades de ser apenas insignificantes.
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La teoría tiende a mezclar hechos y especulaciones, sin hacer una distinción entre ambos ni tampoco atribuir niveles de probabilidad o factibilidad.
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El teórico sospecha indiscriminadamente de todos los órganos gubernamentales o grupos privados. Esto sugiere una inhabilidad de indentificar entre conspiraciones falsas o verdaderas.
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El teórico de la conspiración se rehusa a considerar explicaciones alternativas, rechazando todas las evidencias contrarias o buscando ostensivamente solamente hechos que sustenten lo que él ha determinado a priori como verdadero.
No todo engaño es parte de una conspiración
La reflexión final de Shermer respecto a esta lista lo resume todo mucho mejor de lo que yo jamás podría: “El hecho de que los políticos mientan a veces o que las corporaciones ocasionalmente promuevan fraudes, no significa que todo evento sea resultado de una conspiración traicionera. En la mayoría de los casos, las cosas simplemente suceden y nuestros cerebros conectan los hechos, formando esquemas repletos de significados”.
Para terminar, una máxima muy importante para los teóricos de la conspiración leyendo este post: “Correlación no es causa”. Internalicen bien este concepto y verán como disminuirá la cantidad de conspiraciones en las cuales creen…