Entrevista realizada por Radio Campus —radio universitaria de la Universidad de La Laguna (Tenerife, España)— a Crystian Sánchez Ortiz, presidente de la Asociación Escéptica de Chile (AECH)
1- ¿Cómo es que te animas a lanzarte al ruedo de la divulgación del pensamiento crítico?
El tránsito desde la Academia a la divulgación científica y promoción del pensamiento crítico en Chile fue una consecuencia lógica ante el descontento y malestar que me producía ver en la sociedad, en mis alumnos por ejemplo, un aumento exponencial de toda clase de supersticiones e ideas irracionales que empezaron a adquirir un estatus de verdad en sus sistemas de creencias. Esto me llamó la atención y me preocupó.
Por otro lado, el incremento del pensamiento mágico en la sociedad y la reticencia ante todo aquello que sonara científico o racional fue un indicador inequívoco de que algo estaba pasando con la ciudadanía. Se abría con esto la posibilidad de dilucidar un problema emergente que atentaba contra los mecanismos metódicos del pensamiento formal, y que evidenciaba un claro retroceso a formas de pensamiento más primitivas, como el animismo y la superstición. La dualidad animista significó en el hombre primitivo una verdadera escisión en la manera de aprehender el mundo. La superstición, por otro lado, se origina como deducciones arbitrarias que corresponden a un pensamiento precientífico. Lo increíble es que ambas se han perpetuado hasta hoy y no deja de incrementarse la adhesión de personas a estas formas de pensamiento contrarias al razonamiento lógico.
De esta manera, reaccionar ante este problema no sólo era necesario, sino que fundamental, pues de ello dependía la salud mental de un sociedad secular y democrática. Es por ello que busqué difundir mis observaciones e ideas a través de medios masivos de comunicación, atendiendo al impacto mediático de éstos en niños y jóvenes, nuestros futuros ciudadanos.
Una rápida mirada a la programación de matinales y estelares de la televisión chilena me demostró que un número no menor de estas producciones se dedican a difundir la irracionalidad, el pensamiento mágico y las seudociencias de manera compulsiva y sistemática. Es así que, pese a lo que se esperaría de un programa radial o de TV, éstos, en vez de educar, se podría decir que “des-educaban” a las personas, entre ellos a mis alumnos, difundiendo creencias mágicas y disciplinas sin respaldo bajo la sola premisa irracional de esta misma gente des-educada, según la cual lo que se ve en televisión habrá de ser verdad.
El primer problema fue entonces entender por qué la televisión chilena impulsaba este tipo de programas, siendo que esta situación atenta directamente contra los estatutos y convenciones establecidos en la declaración de principios de ANATEL (Asociación Nacional de Televisión), donde se indica, en el título segundo del artículo cuatro, que los canales deben velar por la discusión racional, facilitar el encuentro de ideas y potenciar el debate pluralista en su espacios.
El segundo problema fue que el pensamiento crítico estaba ausente de la programación chilena, e incluso pude corroborar, al revisar los planes y programas de educación de las escuelas, que el pensamiento crítico figura como un objetivo transversal fundamental en los programas del Ministerio de Educación. Sin embargo, basta con recorrer unos cuantos colegios y universidades para darse cuenta que este objetivo existe sólo en el papel, pues se carece de una intervención clara y sistemática en las aulas por parte de profesores que se dedicaran a esta área.
Es en este escenario que surgen en mí el deseo y las ganas de hacer algo al respecto, e impulsado por esta motivación me entrego de lleno a la promoción del escepticismo y el pensamiento crítico en Chile, fundando la Asociación Escéptica de Chile junto a un grupo de librepensadores que, unidos por objetivos y metas en común, nos lanzamos al combate de la irracionalidad en todos los frentes posibles.
2- ¿Cómo percibes el estado de la divulgación en Chile?
La divulgación del escepticismo y el pensamiento crítico antes de la aparición de la AECH era una situación precaria y casi nula en nuestro país. Sólo contaba con una iniciativa concreta por parte de unos compatriotas que con mucho esfuerzo y dedicación se dieron a la labor de lanzar la revista La Nave de los Locos en forma de boletín bimensual. Entonces surge esta cruzada contra la irracionalidad, que se mantendría durante seis años aproximadamente, de la mano de sus editores Diego Zúñiga y Sergio Sánchez. Esta iniciativa ponía especial énfasis en la crítica ufológica y el análisis de las paraciencias. Posteriormente dejó de publicarse hasta reaparecer este año en un formato de libro de carácter anual. Esta iniciativa, sumada a la aparición de chileskeptic.cl, a cargo de Daniel Norero, y a la AECH, que va cobrando presencia, nos convierte en los únicos activistas actuales en el ámbito de la promoción del escepticismo en Chile.
3- ¿Qué puedes contar sobre la experiencia de AECH?
Ha sido una experiencia muy enriquecedora, tanto por la recepción que ha tenido nuestra tarea en la comunidad, como también por la oportunidad de ofrecernos a nosotros mismos la posibilidad de enfrentar nuestros propios prejuicios respecto de por qué la gente cree lo que cree y cómo se arraigan las supersticiones en su cosmovisión. Poco a poco, estamos satisfaciendo una necesidad cultural en nuestra sociedad que no estaba siendo cubierta ni por los medios de comunicación, ni por el sistema educacional, ni por la difusión científica académica tradicional.
Por otro lado, la posibilidad que brinda este nuevo espacio de participación ciudadana en el debate público ha sido muy valorado por nuestros compatriotas, y esto se refleja en las casi 300 mil visitas a nuestra página, y en la enorme cantidad de seguidores que tenemos en las redes sociales, que continuamente interactúan en los foros y asisten regularmente a nuestros encuentros escépticos en el café, que ya superan los XXI eventos y cuentan con una audiencia cada vez mayor.
Esta adherencia, junto a la solidez y fuerte determinación de todos y cada uno de los miembros que componen la AECH, han sido el ingrediente esencial del éxito y prosperidad con los que cuenta nuestra agrupación, que poco a poco se abre paso en la sociedad a través de entrevistas y reportajes en medios, tanto en radio como en televisión y en la prensa escrita, incentivando a destacados académicos y profesionales de diversas áreas a contactarnos y colocar su grano de arena en esta magna obra cuyo objetivo es compartido y despierta las voluntades de todos aquellos que antes de nosotros permanecían en silencio.
Se podría decir, de alguna manera, que el escepticismo y el pensamiento crítico no necesariamente son impopulares. El problema era simplemente que solían ser desconocidos, pues no existía un espacio de difusión en esta materia, un espacio que debería existir en cada colegio, pero del cual carecíamos. Cada uno de los integrantes de la AECH, así como muchos de nuestros seguidores, lidiaban con las mismas aprensiones que yo tenía ante una sociedad cada vez más supersticiosa. Ahora que la AECH ha llegado a muchísimos y también ha logrado producir un impacto mediático, podemos afirmar que sí existía una necesidad de escepticismo y pensamiento crítico, sólo que esa necesidad no estaba satisfecha, y podríamos afirmar que nuestra organización ha creado ese espacio en nuestro país.
4- ¿Cuáles crees que son los desafíos del escepticismo?
Evitar que la religión y la teología intervengan en políticas públicas de nuestro estado secular es un gran desafío fácilmente identificable, pero también existe una gran cantidad de creencias mágicas y toda clase de supersticiones insertas en la sociedad, pese a que casi en su totalidad han sido desmentidas por la ciencia. Sin embargo, estas creencias, sin fundamento y contra toda evidencia continúan teniendo preponderancia en la toma de decisiones vitales por parte de las personas. Por lo pronto, hay mucho que hacer con el incremento y difusión de disciplinas seudocientíficas (particularmente seudomedicinas o medicinas alternativas) como carreras impartidas en nuestras universidades, violando en rigor la honestidad requerida para educar en cierta materia de acuerdo a la evidencia, algo fundamental en el área de la medicina. El apoyo de universidades a terapias probadamente inefectivas ha logrado que el Ministerio de Salud las respalde en un acto de ignorancia, destinándose incluso financiamiento estatal a estas seudociencias (verdaderas supercherías) en el sistema de salud público.
Además, en lo más inmediato, se nos viene encima el 2012, con toda la sicosis colectiva que han generado charlatanes inescrupulosos durante este último tiempo, por lo que podríamos esperar incluso episodios de histeria colectiva, suicidios o atentados, tal como ha ocurrido con fechas anteriores del fin del mundo. Es por eso que como organización escéptica nos hemos centrado en educar al respecto (como en nuestro último encuentro, que versó sobre las supuestas profecías mayas sobre el 2012), pero también en ver este fenómeno como algo lúdico y sin tomarlo muy en serio, de manera que podamos transmitir la tranquilidad de quienes sabemos que el mundo continuará después del 2012 y durante un larguísimo tiempo, para así tranquilizar a las masas, confundidas por diversos misteriologos que utilizan la palabrería vacua como medio de obtener un micrófono en televisión.
Pese a nuestros numerosos adherentes, el escepticismo es muy incomprendido, y se suele confundir con el negacionismo o el cinismo. Tanto así que cuando uno anuncia ser escéptico, lo usual es que la gente se sonría de manera condescendiente. Entonces, uno de los desafíos es enseñar a la gente que el escepticismo no es una actitud negativa sino una actitud positiva y sana en torno a buscar la verdad. Y otro desafío vital es poder difundir el conocimiento de la razón, la ciencia y el pensamiento crítico en todos los estamentos de la sociedad, de manera que las personas puedan aprender a razonar por sí mismas, aprendiendo a distinguir lo real de lo imaginario mediante útiles herramientas racionales. Esta tarea es monumental y difícil, pero es tan importante que, como desafío y meta, alimenta a las personas que están comprometidas con el escepticismo, en Chile y en todo el mundo.
5- ¿Se puede decir que las pseudociencias, como la energía, ni se crean ni se destruyen sino que se transforman en un nuevo producto para vender?
Cualquier cosa puede ser vendida a un comprador desinformado (o derechamente engañado) que no disponga de los elementos de juicio necesarios para evaluar sopesadamente la conveniencia de lo que compra. El conveniente afán cortoplacista de engañar siempre se conserva.
Las seudociencias y los engaños se nutren de una fuente que es la ignorancia y la superstición de la gente. Esa fuente es enorme, puesto que las personas que no tienen preparación en pensamiento racional, ni conocimientos básicos de ciencia, ni educación en pensamiento crítico, son millones en todo el planeta. Pero esa fuente no es ilimitada. Entonces, si solamente se combate a una seudociencia en particular hasta acabar con ella, pero sin educar a la gente, las personas que antes creían en ella tan sólo la cambiarán por la siguiente supercheria de moda, sólo transformarán su creencia en otra del mismo tipo. En cambio, si se educa a la gente y se les enseña a razonar, esa gran fuente de ignorancia se irá reduciendo cada vez más, esperemos que hasta desaparecer algún día. Entonces, si lográramos eliminar la ignorancia por completo, mediante educación, con ella desaparecerían las seudociencias y las supersticiones. Es ahí donde está la batalla, en la educación y la difusión, y ése es el objetivo final de muchas (si es que no todas) las organizaciones orientadas a la difusión del escepticismo, la ciencia y el pensamiento crítico, incluída la AECH.