El montaje del Caso Valdés

por | 2 marzo, 2013
Cabo Valdés
En el caso Roswell vemos que el Ejército norteamericano aprovecha el mito que surgía de “platillos voladores” para ocultar un problema de Seguridad Nacional (Proyecto Mogul), es decir, ocultar el espionaje al proyecto nuclear ruso. Los ufólogos fueron tolerados y, quizás, incentivados, ya que distraían a la opinión pública y a los rusos. ¿Habrá pasado algo similar en Chile? ¿Qué tal si analizamos el contexto del caso “Cabo Valdés”?.

La Historia

En Chile, 1977, tenemos un gobierno militar desprestigiado, aislado diplomáticamente, mientras que en Europa circula el “Libro Negro” del régimen militar denunciando las atrocidades del régimen; el MIR se re-articulaba y las violaciones a los Derechos Humanos eran difíciles de esconder. Existía, además, un laudo arbitral por la zona limítrofe del canal Beagle, lo que significaba un inminente conflicto con Argentina y un riesgo cierto de ser, además, simultáneamente contra Perú e, incluso, escalar a la temida HV3, o sea, Hipótesis Vecinal 3, y luchar también contra Bolivia. 
Los planes estratégicos que tenían en ese momento los militares de chilenos son conocidos actualmente:

  • Si Perú entraba en la guerra apoyando a Argentina, inmediatamente un trozo de su territorio debería ser invadido y luego resistir. Eso le impediría a Perú atacar y sorprender según sus propios planes.
  • El ejército debía resistir no solo en Perú, sino también en la Patagonia (¿vieron la película “Mi mejor enemigo”?). Se daba por cierto que se perderían algunas ciudades, pero que se podrían recuperar.
  • Dar un “gancho de izquierda” invadiendo el norte de Argentina, capturando amplias zonas de territorio que, si bien pudiera estar deshabitado, sería políticamente y propagandísticamente muy visible en los mapas frente a los pequeños (pero importantes) valles y ciudades chilenas que los argentinos podrían invadir fácilmente, pero que se verían ínfimos en el mapa.
  • El punto importante era, por todos los medios, mantener las islas disputadas en el canal Beagle, que eran la razón del conflicto. De no ser conseguidas por Argentina rápidamente y con el éxito del gancho de izquierda, se podría llegar a negociaciones ventajosas; incluso, según fuentes militares que he consultado, se pensaba ganar la guerra debido a diferentes problemas que el ejército argentino tendría y que fueron evidentes en la Guerra de la Malvinas cuatro años después.

Toda la estrategia iba bien… hasta que una luz extraña hace que un grupo de soldados chilenos salga en la prensa.
Se había enviado al Cabo Valdés a cuidar los cientos de caballos que el ejército mantenía en secreto demasiado cerca de la frontera. Actualmente se olvida el valor de la caballería frente a tanto tanque y vehículos blindados. En caso de guerra, los caballos permiten un ingreso rápido y profundo en el país vecino, desprevenido, entrando por lugares montañosos o sin caminos que son de difícil acceso para vehículos motorizados. Pueden transportar provisiones y armas semipesadas muy aptas para combate en esos sitios, llegando descansados los soldados al punto de combate. Todavía los regimientos de montaña usan caballos.
Como decía, en una noche de neblina, una luz desconocida asustó a los soldados y caballos. Los soldados se replegaron a un rancho (recuerden que tenemos una guerra en potencia y cabe posibilidad de un ataque sorpresa o un error involuntario). Los animales que cuidaban rompieron una pared que, con dificultad, los propios soldados habían construido. El cabo Valdés sale del refugio donde está atrapado, los soldados ven que se acerca a la luz y…

Comienza el mito

Al día siguiente los soldados contaron la versión de lo que pudieron ver y se difundió con las típicas exageraciones que estas situaciones generan. Frente a las faltas administrativas, miedo y errores cometidos, se siguió el juego que los ufólogos creaban. El tema «trascendía» y llegó a ser de interés para los periodistas. El ejército, para su fortuna, tenía el control de la prensa. El 16 de mayo de 1977, el diario “La Estrella de Arica” publicó un artículo escrito por el profesor Pedro Araneda, pero que el Gobierno militar pudo suprimir en sus detalles. «El Ejército retrasó la difusión de la noticia, exigió disfrazar de patrulla militar una simple guardia en unas caballerizas y ordenó cambiar los caballos por ovejas». A falta de farándula, lo ideal era que los ufólogos tuvieran alimento para distaer la atención. Se trae a Valdés a Santiago y le hacen unas “pruebas” médicas absurdas, que en el futuro el mismo Cabo describirá con burla. Comienzan las más descabelladas invenciones y el caso pasa a ser uno de los mejores ejemplos mundiales de que “no estamos solos”. Todos ganaron: los ufólogos, el Cabo, los soldados, la prensa y el Gobierno.
¿Qué fue lo que pasó?

Finalmente, se develó la historia real: tras ver primero una luz de un meteorito, apareció otra que bajó del cerro y les apuntó. Los militares se replegaron al rancho o refugio y apagaron el fuego que delataba su posición, quedando atrapados con su única salida frente a una luz que les enceguecía. Valdés salió y dijo su famosa frase pidiendo identificación “en nombre de dios”, lo que indica el tipo de presencia maléfica que creía ya en ese momento tener enfrente (hoy es pastor evangélico candidato a obispo). El Cabo decidió moverse hacia donde no le molestara la luz frontal y poder ver bien. Se puso por detrás de la pared del refugio, donde aprovechó de orinar. Permaneció ahí largo rato, escuchando a sus soldados y sin saber qué hacer. Cuando escuchó que sus soldados pensaban salir quizás disparando (no todos tenían armas), se apresuró en regresar y saltó desde una roca frente a la única puerta, sorprendiendo a los soldados que sólo le vieron aparecer frente a la luz. Dijo algunas palabras que asustaron todavía más a los soldados y, al final, todos terminaron dormidos.

El rol de ufólogos y charlatanes

La prensa, los ufólogos, los charlatanes, los magufos o como queramos llamarlos, durante los próximos 30 años, crearon mitos explicativos de lo que les sucedió. Hoy deben una explicación sobre el cómo una simple luz extraña da paso a tener tantas conjeturas, cada cual mas extraordinaria. Al final, el propio Valdés puso fin a tanto mito a través de entrevistas, tal como ya denunciáramos el 12 de mayo de 2010 y, luego, en el 2º Encuentro Ufológico de Maipú (por publicar). En sus propias palabras: «Nunca fui abducido, no existe contacto de primer ni de segundo ni de tercer tipo (…). Los ufólogos chantas deberían de dejar de utilizar mi caso para hacer plata. Yo no conocí Ganímedes ni tengo un chip implantado en el cuerpo ni, menos, tengo poderes sanadores».
¡Enhorabuena nos informaron que se trataba de un infundio! 😉

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