Un miembro de la AECH nos comparte esta entrevista a Mario Bunge, físico y filósofo de la ciencia argentino. Uno de los últimos filósofos importantes del siglo XX que hoy, a sus 92 años, sigue publicando. La entrevista no tiene desperdicio (a pesar de un par de errores en la edición).
¿Y por qué nos interesa lo que diga Mario Bunge? Porque es un sincero buscador del conocimiento despojado de pretensiones y charlatanerías academicistas y no tiene pelos en la lengua para denunciar pseudociencias, entre ellas, psicoanálisis, microeconomía, homeopatía y parapsicología. En su lucha por desenmascarar estos virus del conocimiento humano ha colaborado con la colección ¡Vaya timo! De la editorial Laetoli con el título “Las pseudociencias, ¡vaya timo!”.
Cuando se le consulta sobre qué son para él las pseudociencias y porqué ha dedicado tanto esfuerzo en rebatirlas responde:
«Una pseudociencia es un cuerpo de creencias incompatibles con el fondo de conocimiento científico. Le he dedicado mucho tiempo a esta cuestión porque me asombra y alarma el que haya tantos científicos y filósofos crédulos. Creo que es un indicador de que se puede ser muy competente en un rincón del saber y tonto en cuestiones fundamentales, porque los conocimientos científicos suelen enseñarse de a uno, y porque no se los acompaña de reflexión metodológica, o sea, no se habitúa al estudiante a preguntarse cómo se sabe tal o cual cosa.»
Con el desenfado que pueden otorgar largos años de vida (Incluso se da el lujo de llamar a Hegel charlatán) Bunge no duda en calificar de reductos de charlatanería a las facultades de humanidades en la actualidad y señala como métodos eficaces de acercarse al conocimiento al escepticismo metodológico o moderado:
«El escéptico moderado no rechaza la totalidad del conocimiento, sino que pone en duda un pedazo por vez. Cada vez que se critica una idea lo hace asumiendo otras ideas (…) No todas las creencias son equivalentes: unas son más verdaderas o mejores que otras. El dogmático es esclavo de creencias que no ha examinado críticamente, de modo que se arriesga a obrar mal. El escéptico radical, el que nada cree, no está al abrigo de toda creencia, sino que es víctima de creencias ajenas. En cambio, el escéptico moderado, el que sopesa cada idea antes de adoptarlas o rechazarlas, está en condición de actuar racional y eficazmente”.
Enlace: Entrevista Mario Bunge: “Las religiones atraerán a la gente mientras haya miseria” (Cambio Político)