«Otras pasiones, aparte del amor propio, son frecuentes generadoras de error, y de ellas la más importante tal vez sea el miedo. A veces el temor actúa directamente, inventando rumores de desastre en tiempos de guerra o bien imaginando objetos terroríficos, como los fantasmas. Otras veces actúa indirectamente, haciendo creer en algo consolador, como el elixir de vida, o el cielo para nosotros y el infierno para nuestros enemigos. El temor adopta muchas formas, a la muerte, a la oscuridad, al rebaño, y ese vago temor generalizado que sienten quienes se ocultan a sí mismos sus terrores más específicos. Hasta que uno haya admitido sus propios temores y se haya protegido, mediante un difícil esfuerzo de voluntad contra su poder generador de mitos, no podrá pensar correctamente en muchas cuestiones de gran importancia, en especial las referidas a las creencias religiosas. El temor es la principal fuente de superstición y una de las principales fuentes de la crueldad. Vencer el temor es el inicio de la sabiduría, tanto en la búsqueda de la verdad como en el intento de vivir de una manera digna».
Extracto del artículo Compendio de pacotilla intelectual, de Bertrand Russell.