El sábado 18 de septiembre asistí al show de luces «Puro Chile, pura energía«, realizado frente al Palacio de La Moneda con motivo del bicentenario de nuestro país. Mientras observaba el espectáculo, que dicho sea de paso no me gustó (mucho efecto especial, poco contenido), pasó un grupo de gente lanzando papeles al aire. Traté de mirar qué personas estaban ensuciando el sector, pero no alcancé a distinguir a nadie. Sólo pude ver que cientos de papeles volaban por los aires y que, desgraciadamente para ellos, uno caía muy cerca de mi.
Como se puede apreciar en la imagen anterior, los papeles eran volantes de propaganda religiosa del Ministerio Evangelístico Aguilas, grupo que quiere “establecer el Reino de Dios” en nuestro país.
Lo que quieran hacer estas personas no es mi asunto, pero si que me siento obligado opinar, sobre todo debido a esa gran responsabilidad social que nunca me abandona. Seguramente, estas personas crean poseer una moral superior y que, por eso, tienen el deber de enseñársela a los demás, sin embargo, parecen no darse cuenta que su moral carece de algunos de los valores esenciales que necesita cualquier sociedad para ser sana, estable y “amigable” para todos los que la conforman. Por ejemplo, su moral carece de:
1) Respeto: Esparcir panfletos de una creencia determinada, en un acto público no eclesiástico, demuestra la falta total de consideración por las creencias personales de los espectadores.
2) Responsabilidad: Lanzar papeles en la vía pública demuestra la falta total de consideración por el medio ambiente y por el derecho que tenemos todos a vivir en una ciudad limpia.
3) Humildad: Afirmar que sólo en Jesús se puede encontrar la salvación —eso dice el panfleto— demuestra la sobrevaloración total de su creencia y la poca importancia que le dan a los seguidores de las demás religiones que existen alrededor del mundo.
Creo que estos tres hechos no sólo demuestran claramente la naturaleza de este grupo, sino que, además, el porqué la Separación Iglesia-Estado tiene que ser total. ¿O no?