Construyendo casas, deconstruyendo al constructor

por | 8 enero, 2013

Sorry, no se puede ver esto con un telescopio. Fuente: wallpaperwell.com
En el Formspring de la AECH (“Pregúntale a un escéptico”) recibimos la siguiente pregunta:

«¿Cómo se rebate el argumento de toda casa ha sido construida por alguien, por tanto el que ha construido el mundo es dios?»

Si bien a primera vista esta pregunta poco tiene que ver con escepticismo, sí tiene mucho que ver con un tema de razonamiento lógico, pensamiento crítico y ciencia, y vale la pena responderla en detalle ya que,  al fin y al cabo, esas son herramientas que el escepticismo científico usa [1].
El razonamiento de la pregunta, muy sucinta, parece superficial, pero es un razonamiento que muchas religiones plantean seriamente, en forma más extensa, claro.

Por ejemplo, los Testigos de Jehová, con su casa editorial oficial Watchtower [2], presentan ese mismo argumento como una especie de historia, en su publicación “El camino” (ph), páginas 14 a 16, titulada “Conozcamos a quien hizo todas las cosas” [3] (énfasis añadidos):

“A Sanath le alegró mucho aprender acerca de las promesas de Jehová, pero se preguntaba si de veras era tan poderoso como para cumplirlas. Buddhika le dijo que si quería entender cómo Jehová puede realizar todas sus promesas, pensara en la conocida ley de causa y efecto.

Afirmó que este concepto fundamental también se explica en la Biblia, y le mostró el siguiente versículo:

“Toda casa es construida por alguien.” (Hebreos 3:4.)

Parece lógico —respondió Sanath—. Una casa no se construye sola.

—Cierto. Y lo mismo puede decirse de un plato de comida. Alguien tuvo que haberlo preparado.

Entonces Buddhika mencionó que las cosas que nos rodean son más maravillosas y complejas que una casa.

—Mira las delicadas flores, las majestuosas montañas, el impetuoso mar y el infinito universo. Si para edificar una casa se requiere de un diseñador y constructor, y para preparar una comida hace falta un cocinero, ¿qué puede decirse de nuestro magnífico universo? ¿No crees que necesitó un Diseñador y Hacedor?

Sanath reconoció que aquello tenía sentido.

[…]

—Bueno —comentó Sanath—, tengo que aceptar que si observamos las cosas que nos rodean y pensamos en ellas, no es difícil creer que tengan una causa, un Diseñador, un Dador de vida, un Creador.

—Y si con su poder creó todas las cosas —añadió con entusiasmo Vasana—, entonces también tiene poder para cumplir todas las promesas que están en la Biblia.

Para Sanath y Vasana, todo lo que escucharon aquel día fue totalmente lógico, pero querían conocer mejor a aquel poderoso Diseñador.”

La sección termina haciendo las preguntas de repaso: “¿Por qué es lógico creer que todas las cosas que nos rodean fueron hechas por alguien?”. Pero… ¿es eso lógico, tiene sentido? Y ¿podemos afirmar la conclusión “dios creó/construyó el mundo/universo” a partir de este argumento planteado?
Para analizar ese argumento hay que revisar su validez: ¿es posible que la premisa «toda casa ha sido construida por alguien» sea verdadera, y que simultáneamente la conclusión «Dios construyó el mundo» sea falsa?
Para resolver esa incógnita, primero hay que entender cómo podemos saber en primer lugar que algo fue “construido”. Y en particular, cuando se afirma que «toda casa es construida por alguien», ¿cómo sabemos que tal cosa es cierta?
Para saber que “toda casa es construida por alguien” basta constatar que hemos observado una y otra vez a «alguien» construyendo casas, y también es un hecho que nunca nadie ha documentado siquiera un caso de una casa (con murallas, puertas, ventanas, techo, etc. ) que se haya generado por medios naturales sin intervención humana.
Por esos dos motivos tal premisa la podemos asumir como cierta por un argumento inductivo; por ser inductivo, bastaría con observar un único caso confirmado de una casa que se está generando en forma natural o que es capaz de formarse sin intervención humana (directa o indirecta, no cuentan los robots) para probar que tal premisa es falsa, pero tal caso no se ha dado.
Ahora, si volcamos la misma forma de razonar para el universo ¿cuántos universos hemos observado siendo construidos por alguien? ¡Ninguno!
De hecho, jamás hemos observado dos universos; el único universo que conocemos es el nuestro y cuando como especie nos hicimos conscientes de nuestra existencia y posición en el universo, el universo claramente ya estaba ahí, y por ello no tuvimos la oportunidad de ver a un constructor explícito del universo trabajando en crear nuestro universo. Y es un hecho que no lo hemos visto, pues si lo hubiéramos visto, sería innecesario tener que construir un «argumento» para «demostrarlo» en primer lugar, pues bastaría con citar tal observación, conocida por todos, para zanjar la discusión.
Sin embargo, todos nosotros cuando nacimos y ganamos consciencia comenzamos a crecer en una casa que muy probablemente ya existía, donde no vimos a sus constructores, o bien llegamos a habitar en casas que “ya estaban ahí” cuando nosotros llegamos, en cierta forma igual como ocurre con el universo. ¿Por qué no podríamos aplicar ese mismo camino de razonamiento al universo?
El problema con extender la analogía de la casa al universo es nuevamente un criterio lógico-inductivo: si bien hay casas que existen o existieron incluso desde antes de que naciéramos, es un hecho que nos basta recorrer un poco el mundo para darse cuenta de que podemos encontrar casas en diferentes estados: algunas construidas y habitadas, otras destruidas o inhabitables, y muchas que en este mismo instante están siendo construidas y, en estas últimas, podemos observar cómo siempre hay desde al menos un único constructor hasta hordas de frenéticos constructores construyéndolas. Nunca vemos casas en pleno proceso de construcción que se estén construyendo por sí solas, por medios naturales o sin intervención humana. Por este motivo, podemos asumir con gran certeza que toda casa de seguro fue construida por alguien aún si nadie ya sabe o recuerda quién o cuándo se construyó. Pues que se sepa nadie jamás ha visto una casa construyéndose sin intervención humana. Tome nota de este punto, pues es crucial.
Si volvemos al universo, no hemos visto a nuestro universo siendo construido por alguien ni conocemos otros universos en los cuales podamos observar a sus constructores en plena acción, por lo tanto el criterio que usamos para saber que las casas siempre tienen un constructor, que es el contar con una multitud de ejemplos de casas con constructor y ni uno solo de lo contrario, no sirve para una “muestra de tamaño uno” en el caso del universo.
Por ello, el que las casas tengan constructor no sirve como prueba de que el universo lo tenga, y la veracidad de esa premisa no garantiza la veracidad de la conclusión: no permite demostrar ni refutar la veracidad de la conclusión “dios creó al mundo/universo” o dicho, en otras palabras, no es un buen argumento; ni siquiera es necesario refutarlo, simplemente es un argumento inválido [4].

Construyendo un universo

Sin embargo, podemos extender el ejemplo de las casas a su conclusión lógica; veamos a dónde nos lleva.
Volviendo al punto: ¿cómo sabemos que las casas requieren un constructor?
Supongamos que sufriéramos un extraño tipo de amnesia, una que nos hiciera olvidar completamente todo respecto de las casas y despertáramos, entonces, por “primera vez” (para nosotros) en el interior de una casa completamente construida. Podríamos explorarla, reconocer sus detalles y, por lo tanto, sabríamos reconocer perfectamente que algo es una casa. Y por lo mismo, podríamos preguntarnos si esta casa siempre existió, si se generó en forma natural o si fue construida por alguien. Pero ¿cómo averiguamos cuál de esas tres alternativas es la correcta?
Podríamos buscar inscripciones en la propia casa que dijeran que fue construida, pero sabemos que la gente podría escribir cosas equivocadas, o directamente mentir, por lo que sólo encontrar un texto o nota que nos “diga” que esta casa fue construida (o que toda casa lo es) o el testimonio de alguien no es suficiente para estar seguros de ello.
Dado que queremos averiguar la respuesta, el siguiente paso es salir de la casa, ver si existen otras casas y revisar si ellas están siendo generadas en forma natural o bien siendo construidas por alguien.
Probablemente, las primeras casas que veríamos estarían tan terminadas como la nuestra, por lo que no nos dirían demasiado para responder nuestra pregunta. Pero, en la medida en que recorremos el terreno, tarde o temprano encontraríamos una primera casa en construcción y, ¡oh, sorpresa!, veríamos que estaría siendo construida por humanos, por constructores de casas. Podríamos decir entonces que tenemos al menos un caso donde vemos que al menos una casa está siendo construida por “alguien”.
Pero un solo caso no bastaría, pues ese caso podría ser una excepción o sólo un caso particular, donde de todas formas hubiera casas que crecieran por sí solas, por medios naturales y no construidas por alguien. Por ello, seguimos nuestra investigación y, caso tras caso, encontramos que cada casa que está sin terminar, está siendo construida por alguien. Una y otra vez, vemos que ése es el caso.
En el transcurso de nuestra investigación, notamos sistemáticamente que en todas partes, sin excepciones, nunca encontramos una casa que esté sin terminar y que se esté generando en forma natural, sin intervención de un constructor.
¿Qué podemos concluir después de examinar todas estas pruebas?: Que son evidencia de que lo más probable es que toda casa es construida por alguien, y que no es el caso que las casas se generen sin un constructor. ¿Por qué? Porque tenemos cientos o miles de ejemplos que nos llevan una y otra vez a esa conclusión. Y es lo más probable, aún si pudiera ser el caso que en algún lugar que no hayamos observado existan una o más casas que no requieran de constructores; pero dada la aplastante cantidad de evidencias a favor de la hipótesis “cada casa tiene un constructor”, el razonamiento inductivo [5] nos permite generalizar a partir de los casos que hemos observado hasta asumir con una certeza casi absoluta que la hipótesis, si bien refutable, es verdadera.
Por lo tanto, epistemológicamente hablando, el que “toda casa requiere de un constructor” no es una verdad obvia y cierta por sí misma, sino que la veracidad de tal afirmación proviene de la suma de años de experiencia y de la acumulación de pruebas que evidencian eso y que nos llevan a concluir tal cosa casi como algo obvio.
Pero, si seguimos el mismo razonamiento con el universo, ¿dónde nos lleva?
Partamos con abrir nuestros ojos en un planeta que llamaremos “Tierra”, el cual parece totalmente construido, en el cual claramente no hay nadie construyéndolo en este instante. Podemos observarlo, estudiarlo, recorrerlo y reconocer perfectamente lo que es un planeta, y entonces preguntarnos: la Tierra y todo lo que ella contiene, ¿ha existido siempre, se generó por causas naturales, o alguien la construyó?

Y nuevamente, más que creer lo que alguien “diga” al respecto, lo racional es investigar y buscar la respuesta a esa pregunta en base a pruebas y observaciones concretas, y eso es exactamente el tipo de cosas que la ciencia ha estado haciendo los últimos 400 años.
Pero, a diferencia del ejemplo de la casa, donde podemos salir a recorrer el terreno a pie, resulta que físicamente estamos atados (hasta ahora) a este planeta y apenas hemos dado tímidos pasos en los alrededores del sistema solar. Hasta ahora no hemos encontrado señas de alguien creando mundos alrededor nuestro en nuestra limitada exploración “presencial” de nuestro sistema solar así que hasta ahora, en la exploración directa que tenemos, las pruebas apuntan a que no hay alguien construyendo al universo al menos a nivel del sistema solar, sino que, al contrario, encontramos evidencia de su formación por medios naturales. Pero, ¿podemos ir más allá?
Sí, podemos ir lejos más allá: resulta que la astronomía y la cosmología nos brindan una maravillosa “máquina del tiempo”: cada vez que un evento remoto ocurre, la luz de ese evento comienza a viajar a la “velocidad de la luz”, la máxima velocidad alcanzable en nuestro universo (según lo que hoy sabemos) [6], y viaja en todas direcciones, incluida la tierra. Si, entonces, nosotros levantamos la vista y vemos, por ejemplo, la explosión de una supernova, si determinamos que esa explosión ocurrió a 10 mil años-luz de distancia, entonces sabemos que esa explosión ocurrió hace 10 mil años, y lo que vemos recién hoy es la luz del evento que, después de un viaje de 10 mil años, recién nos llega a nosotros.
Entonces, podemos usar nuestra observación astronómica para observar hacia atrás en el tiempo y ver la evolución y formación del universo, y aún si nuestro sistema solar está “totalmente construido” y por lo tanto no vemos a un constructor haciéndolo hoy alrededor nuestro, sí podemos comenzar a mirar a distancias cada vez mayores, y ver si en “algún caso” encontramos estrellas naciendo, sistemas planetarios desarrollándose, galaxias creándose o lo que sea bajo la dirección y trabajo de nuestro misterioso constructor. Y si tal constructor existe, podríamos observarlo con las manos en la masa, pues la luz que viaja desde el remoto pasado para sus construcciones más antiguas recién nos llega hoy a nuestros ojos y equipos de observación y, por lo tanto, podríamos verlo directamente a él/ella o a eso trabajando arduamente en construir el universo remoto.
Un sistema planetario formándose,
sin constructores a la vista. Fuente:  ALMA.
¿Y qué hemos observado usando la ciencia? Ni un rastro de algún tipo de constructor. Podemos observar galaxias naciendo naturalmente [7], estrellas naciendo naturalmente [8], e incluso sistemas planetarios formándose naturalmente a partir de “discos de acreción” [9] [10], y en todos y cada uno de los casos observados hasta ahora, no hay rastros de “alguien” construyendo ninguna estructura del universo; al contrario, todo lo que observamos es que en las diferentes etapas de formación de toda y cada cosa del universo ocurre por razones físicas y astronómicas completamente naturales, sin que nadie esté interviniendo;  nadie.
Por los mismos motivos de razonamiento inductivo que nos llevan a concluir que “las casas requieren de constructores”, por exactamente el mismo razonamiento, y también afirmados en la acumulación de evidencia científica de décadas, podemos aplicar exactamente el mismo razonamiento inductivo y concluir que “el universo se produce por causas naturales, sin la intervención de ningún constructor” ninguno que podamos observar, detectar o que hayamos observado.
En resumen: sabemos por un criterio inductivo que “toda casa requiere un constructor” pues cada casa que observamos en proceso de construcción es construida por alguien. Por el mismo cause de razonamiento, sabemos por un criterio inductivo que “el universo no requiere de un constructor” pues cada ejemplo que hemos observado, incluso a millones de años luz de nosotros, de las diferentes estructuras del universo en pleno proceso de formación, lo observamos ocurriendo por procesos totalmente naturales y físicos, sin ninguna evidencia de un “alguien” interviniendo.
Así que, los personajes “Sanath” y “Vasana” de la historia de los Testigos de Jehová pueden encontrar muy “lógico”, con mucho “sentido” que el universo “tenga un creador”, pero lamentablemente para los objetivos de esa organización o de cualquiera que esgrima este tipo de argumento de argumento, el que las casas tengan constructores no demuestra que el universo lo tenga, y el razonamiento que nos lleva a concluir ello para las casas, también nos lleva a concluir todo lo contrario por el universo. Así que podemos afirmar que el hecho de poder determinar que las casas tengan un constructor nos ayuda a poder determinar que, dada la evidencia que tenemos, el universo no tiene un constructor, y las únicas razones para asumir lo contrario no son lógicas, aún si sus defensores afirman tal cosa.
 Lo más importante es, tal vez, que toda esta conversación es acerca de un único argumento; malo, pero sólo uno. Latente está el hecho de que todo razonamiento puede ser bueno o puede ser malo, pero asumirlo bueno porque “nos dicen” que lo es, puede ser una muy mala idea. Que algo parezca ser lógico o que parezca tener sentido puede ser lo más peligroso, pues nos empuja a aceptar una idea como cierta o razonamiento como sólido por su aparente atractivo, cuando en realidad es una idea falsa o un razonamiento inválido y/o no sólido.
Así que, un consejo: desconfíe de toda idea, incluso de las presentadas acá, cuestiónelas y quédese con aquellas que sobreviven al escrutinio crítico y racional, sólo después de verificar que efectivamente son ciertas, y que realmente son un argumento sólido (válido y con premisas verdaderas) [11]; cuando haga eso, se llevará una sorpresa: se dará cuenta de cuántas ideas tan “lógicas” y de tanto “sentido común” en realidad no son ni lógicas, ni tienen realmente sentido.

Referencias: