Lo bueno (y necesario) de blasfemar

Blasfemia: “Irreverencia hacia lo venerado por una religión”.
En el presente artículo he querido referirme a la acepción de la palabra blasfemia anteriormente señalada. ¿Cómo podemos ser irreverentes hacia lo venerado por una religión?
Hace 15 años atrás, en Chile, lo éramos por querer ver una película llamada “La Última Tentación de Cristo”, prohibida en ese entonces por ofender sentimientos religiosos. Hace 20 años atrás, también en Chile, podíamos serlo por querer ir a un concierto de Iron Maiden. En esa oportunidad, personas ligadas al gobierno de la época, como el asesor en materias religiosas del mismo (léase, lobbista cristiano) Humberto Lagos, se mostraron contrarios a la entrada de la banda al país por promover el satanismo y atentar contra la moral y las buenas costumbres. Además, el Obispo Auxiliar de Valparaíso, Monseñor Javier Prado Aránguiz, envió una carta nada menos que al Ministro del Interior Enrique Correa, solicitándole que el mismo gobierno prohibiera la entrada del grupo de rock a Chile. Finalmente, fueron las presiones sobre los administradores de las locaciones disponibles para realizar el concierto las que surtieron efecto y el evento no pudo realizarse.

Sátira de programa humorístico chileno acerca de la censura del film
«La última tentación de Cristo»

Polémica en Chile por concierto de Iron Maiden en 1992

Hoy, la mentada película puede ser exhibida y Bruce Dickinson puede pasar tranquilamente Control Internacional en el aeropuerto de Santiago y actuar en el recinto que mejor le parezca. ¿Qué pasó?

Para explicarlo, recurriré a una cita de Robert Ingersoll:

“Ahora, caballeros, ¿Qué es blasfemia? Por supuesto, nadie sabe lo que es, a menos que tome en consideración el lugar donde se encuentre. Lo que es blasfemia en un  país podría ser una exhortación religiosa en otro.” Robert G. Ingersoll. Blasphemy Trial.

Es decir, la ofensa o no de los sentimientos religiosos depende más de quien se siente ofendido que del ofensor. Yo tomaría en cuenta no solo el lugar, sino que también la época. 
En cuanto a sensibilidades religiosas ofendidas quisiera exponer un caso particularmente extremo:
En el año 2009, una mujer cristiana llamada Asia Bibi fue condenada a muerte en Pakistán por «ofender» el nombre del profeta Mahoma. La condena se basa en el testimonio de un grupo de mujeres musulmanas con las que Asia tuvo una discusión sobre su cristianismo los días previos a la denuncia. Apenas se supo del caso, una turba quiso lincharla y la policía tuvo que rescartarla para que no fuera asesinada. Aún con los pobres testimonios como prueba, la condena a muerte por blasfemia se concretó. Y, aunque existe la posibilidad de un indulto para Asia Bibi, algunos clérigos se han encargado de poner precio a su cabeza en caso de que salga libre. Estos mismos clérigos ofendidos se han encargado (asesinato mediante) de amedrentar a los oponentes a la ley anti-blasfemia. De llevarse a cabo la ejecución, este sería el primer caso de muerte por blasfemia en Pakistán. 
Según leo, todo lo que Asia Bibi hizo fue contestar a los intentos de las mujeres de convertirla al Islam con esta frase “Cristo murió por toda la humanidad, ¿qué hizo el profeta Mahoma por ustedes?”
Otro caso digno de mención es el del Presidente de la Asociación de Racionalistas de la India, Sanal Edamaruki. Este escéptico enfrenta tres años de prisión por dar una explicación racional a un supuesto milagro declarado por autoridades católicas en la ciudad de Bombay. Al parecer, que alguien te entregue evidencia de que un milagro no es tal y quiera ayudarte a salir de tu error es ¡una ofensa a tu sensibilidad religiosa!
De nuevo, otra cita de Ingersoll se me viene a la cabeza:

«El crimen llamado blasfemia fue inventado por los sacerdotes con el propósito de defender doctrinas que no se pueden sostener por sí mismas.»

¿Qué hubiera pasado en Chile ante casos similares? Sospecho que absolutamente nada. Pero ¿por qué? ¿Quizás porque la sensibilidad religiosa está bastante menos exacerbada? ¿O porque los pocos que podrían ofenderse no tienen el poder y/o herramientas suficientes para intervenir? ¿Ambas?
Aun así, en Chile, blasfemar puede ser peligroso. ¿No me creen? Hace no muchos meses atrás, en el marco del “Caso Bombas” fue procesado por terrorismo un grupo de ciudadanos. Las pruebas para establecer la culpabilidad de uno de los inculpados fue el hallazgo, en su hogar, de “telas antireligiosas”. ¿Cómo puede ser un medio de prueba un artículo antirreligioso? Y, primero que todo ¿Qué califica como artículo antirreligioso? Revisando en mi dormitorio he encontrado algunos elementos que podrían calificar como tales dependiendo de la época y el lugar:
– Libros: ser mujer y querer leer fue y es aún motivo de persecución, aunque usted no lo crea.
– Anticonceptivos: Hay dioses muy susceptibles de ofenderse cuando de control de la natalidad se trata.
– Reproducción de una pintura de Modigliani que representa a una mujer desnuda: Atenta y atentó contra la moralidad y las buenas costumbres.
Sé que hoy en día estos artículos, en Chile, no constituyen blasfemia. Pero lo siguen haciendo en otros lugares del planeta. Con esto quiero señalar que el área de lo que califica como blasfemia es elástica. Puede restringirse a un pequeño reducto de acciones que, si bien podrán ofender a algunos, no serán causales de recibir pena. O bien, puede extenderse a la absoluta cobertura de todas y cada una de las acciones cotidianas.
¿De qué depende esta elasticidad? Principalmente de la constante pugna entre conservadores y liberales. Entre quienes suscriben al dogma de sus abuelos y quienes lo cuestionan. Lo que cabe o no dentro de lo que se considera blasfemia depende de qué tan influyentes y exitosos sean los cuestionamientos a dos importantes falacias: de autoridad y de tradición
Cuando alguien quiere vivir su vida como le dicta su conciencia y no como se supone que debe vivirla (de acuerdo a los dictados de la autoridad y tradición de otros) está haciendo un aporte a disminuir el radio de acción de la blasfemia. Cuando alguien, mediante la poderosa herramienta que es el humor, cuestiona estas falacias, también está haciendo un aporte. Y, aunque su chiste pueda herir sentimientos, es más valiosa la contribución a la libre expresión que el respeto por los sentimientos religiosos. Porque recuerden, la susceptibilidad de los sentimientos religiosos es relativa. Y ha dependido justamente de los blasfemos que esa sensibilidad esté menos a flor de piel en nuestra sociedad que hace 15 años atrás.
La importancia de blasfemar reside en el camino que nos abre hacia la libertad de pensamiento y acción. De allí surgen las campañas de blasfemia organizada como: 
«Día de la Blasfemia» el 30 de Septiembre.
«Día de dibujar a Mahoma» el 20 de Mayo.
«Día de cocinar a Jesús» 29 de Junio (¡Hoy!)
Mediante estas campañas lo que se busca lograr es una especie de Efecto Streisand, es decir, frente al intento de censura individual y particular por blasfemia se solidariza generando millones de blasfemias más, colapsando el dique de la censura y haciendo, de esta manera, imposible la condena de todas ellas.
Hoy es el día de Cocinar a Jesús, una iniciativa nacida en el blog de La Pulga Snob como reacción al juicio por blasfemia que enfrentaron dos ciudadanos españoles. Si quieren aportar con una receta o apoyar el movimiento, pasen por la página. 
No olviden que muchas cosas que consideran derechos fundamentales podrían ser vulneradas por alguna ley pasada entre gallos y medianoche en el Congreso, como ya pasó en Irlanda con su infame ley contra la blasfemia. Tampoco olviden que hace más de diez años que grupos islamistas están tratando de pasar una legislación internacional contra la difamación de la religión ante la ONU, al alero de organizaciones occidentales bien intencionadas que confunden respeto por la autodeterminación de los pueblos con relativismo cultural.
Así que ya saben, una viñeta humorística, una acción de arte, un panfleto, son valiosos no tanto en el contenido específico, si no, en el resultado que buscan alcanzar: disminuir la influencia de la tradición y la autoridad en nuestras vidas y ampliar la libertad de conciencia.
¡Blasfememos! ¡No permitamos que las sensibilidades religiosas se exacerben!